MOCA.- El Museo del Hombre Dominicano consideró que sacar los restos de las personas que fueron sepultadas en un cementerio local, a finales del siglo XVIII, sería profanar su memoria, por lo que sugirió no realizar más excavaciones con ese propósito. La recomendación en tal sentido está contenida en un informe preliminar preparado por el arqueólogo Juan Rodríguez Acosta, funcionario de la referida institución y quien hace algunos días dirigió los trabajos de recolección de las osamentas halladas en una plaza que se reconstruye al lado de la iglesia Nuestra Señora del Rosario, de esta ciudad.
En dicho informe, copia del cual fue obtenido por este periódico y que fue remitido a los ingenieros Félix Suazo y Héctor Rodolfo Guzmán, responsables de la reconstrucción del parque, el arqueólogo Rodríguez Acosta recuerda que la UNESCO no recomienda remover restos humanos de su contexto original por razones éticas y morales y que, cualquier análisis, debe hacerse en el sitio donde aparecieron.
En las labores realizadas en el lugar, los especialistas del Museo del Hombre Dominicano encontraron restos de por lo menos siete personas localizados en igual cantidad de bases de columnas, quedando parte de los huesos en cada una de ellas, ya que no fueron removidos en su totalidad.
El arqueólogo Rodríguez Acosta explicó en su informe que “el tratamiento de todos los enterramientos es de una capa de cal viva por encima y por debajo de cada cuerpo, proceso que fue muy usado durante la época colonial para combatir el mal olor producto de la descomposición del cuerpo”.
“Los enterramientos encontrados no presentan señales de haber sido sepultados en ataúd y no se observó en la tierra removida ningún resto de cerámica indígena”, agregó Rodríguez Acosta en el informe.
Los huesos fueron ubicados de lo que la comisión investigadora consideró como un piso de ladrillos, en una ermita o iglesia anterior a la existente en la actualidad, recordando que en los tiempos medievales, las iglesias estaban asociadas a los cementerios y se enterraban dentro de las mismas a sus miembros y figuras públicas importantes.
Sobre el destino que debe dársele a los restos removidos, el especialista del Museo del Hombre Dominicano recomendó que sean cristianamente sepultados en un nicho especial, dentro del área del cementerio y convertirse en algún sitio de memoria para la identidad de todos los mocanos.
En otro sentido, estimó que se pueden hacer estudios de ADN a los restos y comprarlos con muestras de las actuales familias fundadoras de esta ciudad para comprobar su parentesco, sin la necesidad de rescatar nuevas osamentas, lo que es posible a través de las relaciones que tiene el Museo con el laboratorio de la Universidad de Indiana y el antropólogo físico italiano Alfredo Coppa, especialista en genética humana y ADN.