Martha es una muchacha vivaracha que desde la universidad nos viene regando las flores de su sonrisa, de su compostura alegre, sus cherchas y sus cuentos. En el ejercicio del periodismo no ha hecho más que aligerarle la vida a mucha gente, con sus alientos persistentes y su forma jocosa y bullanguera de demostrar afectos.
Hoy la tenemos en una cama de un hospital, con un accidente biológico que la mantiene en estado de inconsciencia. Yo sé que el Señor, que grande es, puede más que la ciencia, y por eso pido a todos mis lectores, amigos y gente de mis afectos y desafectos, una oración por la recuperación de la salud de esta muchacha con dotes humanos extraordinarios.
Vamos a sumarnos a la cadena de oración iniciada por sus compañeros del periódico El Caribe y sus familiares.
Yo, particularmente, aspiro a:
Que espabilemos la sonrisa ahora dormida.
Que procuremos su retorno a las redacciones.
Que Martha nos vuelva a hacer olvidar las pesadas amarguras del día.
Que nos acuse de mujeriego u hombreriego.
Que nos tilde de charlatanes preferidos.
Que nos pida más trabajo.
Que nos joda la vida con su cuerda.
Que nos acose con su buen humor.
Que sea el centro de las fiestas.
Que llame al amigo angustiado.
Que esté cuando falta alguien.
Que arroje su luz sobre nuestros días.
Que se vuelva indispensable su alegría.
Que siga siendo el patrimonio sentimental de los amigos.
Que le volvamos a decirle Martica.
Martha, pido al Señor por tu recuperación.