SANTIAGO.- La afluencia de público a los sitios de diversión fue escasa en las noches de viernes y sábado, en el primer fin de semana de entrada en vigencia la disposición presidencial, de cerrar esos lugares a las dos de la mañana. Buscando lograr la mayor cantidad de parroquianos, las discotecas y demás lugares donde grupos musicales amenizan con fiestas, anunciaron que se comenzaría a tocar a las ocho de la noche, para terminar a las dos.
Aunque algunas orquestas estuvieron listas para tocar a esa hora, lo hicieron con los lugares prácticamente vacíos, aparentemente por la costumbre de los clientes, de llegar a esos sitios al filo de la medianoche.
Tal es el caso del Típico Monte Bar Las Colinas, lugar que, en los últimos años, se ha convertido en el centro de baile que más actividades de ese género auspicia cada semana.
El sábado anunció que presentaría a Frank Reyes y a la Kerubanda pero, la escasa presencia de público, provocó serias pérdidas económicas a los promotores de esas actuaciones.
Otros centros de diversión que, como ese negocio, tenían fiestas programadas para el fin de semana, optaron por cancelarlas y así evitaron arriesgarse a perder más dinero, amén de los gastados en publicidad.
Desde el pasado miércoles, cuando se puso en vigencia en esta ciudad el decreto que limita el funcionamiento de los centros de diversión, las noches locales lucen menos animadas.
Las calles y avenidas prácticamente lucen desiertas, en tanto que el viernes y sábado, la vida nocturna daba la impresión de que se vivían las últimas horas de una Semana Santa.
Mientras todo eso ocurre, entre los grupos merengueros locales, especialmente típicos, se manifiesta una divergencia de criterios entre sus líderes en torno a la medida de regular el funcionamiento de los lugares de diversión.
Mientras unos aprueban la decisión, señalando que sólo hay que comenzar temprano a tocar, para compensar las horas de las madrugadas, otros consideran que también de domingo a jueves se debe llevar hasta las dos de la mañana, en vez de las 12 de la noche.
Con este último grupo coinciden los propietarios de los establecimientos comerciales y las personas que se ganan la vida como promotores de actividades bailables.