Este artículo debió llevar por nombre "El legado de Juan Bosch", y por poco le pongo un titulo parecido a uno de los libros autobiográficos de Joaquín Balaguer conocido como "Yo y mis condiscípulos". Balaguer habló profusamente de sí mismo (y lo dejó por escrito) y de quienes fueron sus compañeros de doctrina, escuelas y maestros, pero nunca lo hizo de quienes pudieron ser sus alumnos y sus herederos en el plano político. A Bosch tampoco se le vio tocar el tema (y mucho menos escribirlo), ni a Peña Gómez que fue otro de nuestros grandes cautivadores de masas, y que como paralelo de Balaguer, pero en otro tono, solía auto-vanagloriarse a través de sus discursos y sus escritos. A pesar de que Peña Gómez fue discípulo de Bosch, los de éstos, junto al de Balaguer, fueron tres estilos políticos totalmente distintos. Al final Peña Gómez se distanció totalmente de las enseñanzas del maestro, a quien no hizo falta, ya que como el buen padrote, en el plano político, Bosch tuvo muchos otros hijos, ¡y de què clase!
De los tres grandes líderes, a Bosch se le veía como el más repelente, y sin embargo, era el menos egoísta y el más fácil de asimilar, lo que dejó patentizado en sus discursos y los aportes que hizo al país. En el fondo y su formación, Bosch fue el más humilde de los tres. El título de profesor fue algo que honró y justificó con creces y con sacrificios, ya que a diferencia de los otros dos, cuyos doctorados llevaban otras connotaciones, Bosch dejó un gran legado político dentro del último partido que fundó, el de la Liberación Dominicana (PLD). Me refiero, sobre todo, a las pléyades de dirigentes, de diferentes generaciones y calibres que hay en ese partido, con madera de liderazgo, con vacación de poder y de servicio, y con capacidades para dirigir en cualquier plano, incluyendo el de la cosa pública. En ese sentido, ¿Cuál fue legado de Balaguer? ¿Y el de Peña Gómez? Qué alguien me lo señale ¿Dónde están los discípulos de ambos? Balaguer no dejó herederos reconocidos ni siquiera dentro de su tronco familiar, por lo que ha sido uno de los discípulos de Bosch, Leonel, su virtual heredero. No los son su hijo biológico Alexis Joaquín Castillo (hoy en una lucha por su legitimación sanguínea), ni su sobrino Joaquín Ricardo, aunque ambos físicamente se le parezcan e intenten copiar su estilo. Al final no llegan ni a sátiras ni a títeres del fallecido gran líder que fue Balaguer, con un estilo característico tan brillante y genial, y por demás, indescifrable y misterioso, que de él se dice, cautivó al mismo Trujillo.
En el Partido Reformista Social Cristiano no hay un sólo de sus dirigentes que pueda ponerse el traje de político de Balaguer, ni aparece nadie del que pueda decirse, fue un discípulo aventajado suyo, y por lo tanto, heredó en parte su liderazgo, ora en el plano político, ora en el moral. Se habla de Eduardo Estrella y también de Luis Toral, personas de temperamentos tranquilos, de buen trato y de poca colas para pisarles, pero ¿herederos políticos de Balaguer dentro de su propio partido? ¿Dónde están? Los recién pasados procesos electorales, el presidencial y él último del 16 de mayo, donde el PRSC precisó de un líder aglutinador, me dan la razón, a tal grado, que esa entidad, convertida en un partido bisagra y un botín polìtiquero, desde la desaparición de Balaguer, se encuentra hoy al borde de una total atomización. La mayoría se ha ido al PLD detrás de Leonel Fernández. En el PRD ocurre algo parecido. No hay un líder que se pueda asociar a Peña Gómez, ni en el aspecto formativo ni en el moral, tratándose de un partido controlado por viejos que ya no llegan a robles, y carentes de líderes jóvenes verdaderos que puedan rescatar su imagen y relanzarlo. Ni Hipólito Mejìa, ni Rafael Subervì Bonilla, ni Milagros Ortiz Bosch, son líderes de arrastres auténticos, ni por asomo se asemejan a Peña Gómez. A Hugo Tolentino Dipp y a Milton Ray Guevara, envueltos más en los asuntos intelectuales y académicos que en los políticos, hace rato que les pasó su tiempo. Lo de Miguel Vargas Maldonado, como hijo no reconocido del más prestigioso de los empresarios veganos, es sólo dinero, y amigos que "gratuitamente" se las pasan resaltando su ego y su éxito para las inversiones; no dudo que mañana sea candidato presidencial. Y lo de Ramón Alburquerque, actual Presidente del PRD, se reduce a un tremendismo que desdice mucho de su “verbo florido”. No se puede decir tal cosa de Virgilio Bello, el prestante abogado y ex Procurador General de la República, pero temo que su voz siga sufriendo el síndrome de Montesinos, amén de que considero que el PRD ya no es su partido. Lo cierto es, que después de los resultados de las recién pasadas elecciones, por los predios del partido del buey que más jalaba, está por desatarse la de Belèn y los pastores", con una dirigencia media y una base por envalentonarse, lo que hay que atribuir a los conflictos, los intereses de grupos y a esa carencia de liderazgo aglutinador, al estilo Peña Gómez.
Ahora, con su confirmación como partido mayoritario, el PLD demostró organización y liderazgo. Un liderazgo, actualizado, moderno y aglutinador encarnado en Leonel Fernández. Hay que tomar en cuenta que con la ocasión de estas elecciones, no coincidieron coyunturas y ni factores extrapolìticos y/o extraordinarios como los sucedidos con la muerte inesperada de Peña Gómez, el 11 de mayo de 1998, que catapultó el triunfo de los perredeístas repetidas veces en las urnas. Ello se asoció a una suerte de leyenda negra que en el plano local se alimentó con mezquindad contra aquel primer gobierno del PLD, cuyos funcionarios eran calificados de “comesolos”. Para el 2002, Peña Gómez seguía en capilla ardiente para los perredeìstas y su gobierno, que con fines simplemente proselitistas seguían peregrinando por el Cementerio Cristo Redentor, y volvió a repetirse la historia en las urnas. La mayoría mecánica en el Congreso fue usada para bloquear muchas de las iniciativas del Poder Ejecutivo y de paso se le prohibió la reelección a Leonel Fernández, la misma que se aprobó después para que Hipólito (a contrapelo del principio por el que Peña Gómez luchó hasta su muerte) permaneciera en el poder, con tan mala suerte que tuvo que enfrentarse al propio Leonel en unas elecciones donde éste impuso su liderazgo, ganándolas de forma aplastante.
Leonel fue el discípulo más aventajado de Bosch y lo está demostrando, aunque muchos lo asocien al estilo de gobernar de Balaguer. Lo confirmó con los resultados del pasado 16 de mayo, a donde la gente acudió a votar tanto por él como por los candidatos de su partido. Ni la alta abstención, que se entendía afectaría más al partido de gobierno, impidió el triunfo arrollante del PLD. Cuando digo más aventajado de Bosch, quiero decir que hay otros dirigentes peledeístas con maderas presidenciables. Es algo que hay que reconocerle a Bosch que no tuvieron ni cultivaron Balaguer ni Peña Gómez. Esa capacidad y dedicación para formar cuadros políticos en base al estudio, la disciplina y la vocación de servicio. Fue ese el gran aporte de Bosch a la nación, que no pudo ser mayor por el golpe traidor y artero que lo sacó del poder, y porque luego se le impidió que nos volviera a gobernar. Con capacidad y visión, hay en el PLD dirigentes de sobra para asumir roles importantes, roles de cualquier nivel, tanto en el plano partidario como en los asuntos del poder. Algunos de ellos ya lo han demostrado como legisladores, como síndicos y como funcionarios públicos. Los hay viejos y jóvenes aglutinados actualmente en el liderazgo maduro y unificador de Leonel Fernández, que es una hechura de Bosch en los aspectos político, disciplinario y moral. En el PLD hay mujeres y hombres con esas mismas características, que se formaron a la sombra del liderazgo de Juan Bosch. Son dirigentes consagrados y en pleno desarrollo que brillan con su propia luz y con el resultado de su trabajo por donde quiera que han pasador como dirigentes y funcionarios. Son personas, algunas de ellas, herederas del carácter boschista poco comprendido, pero serviciales y humildes en el fondo, que en el futuro, por esfuerzos propios o escogidos por su partido, pueden acudir al relevo del propio Leonel Fernández. Cualquiera de ellos puede, de igual modo, acompañar a Leonel, como candidato vicepresidencial.
De manera, que habrá PLD para rato, con un líder tan aglutinador que es capaz de atraer hasta a aquellos que aparentan ser insalvables e inalcanzables. Comenzó haciéndolo desde dentro del PLD, cuando atrajo e hizo regresar a casi todos aquellos que se fueron por tener diferencias entre sí y con su antiguo líder, Juan Bosch. De los que se fueron, al frente de grupos disidentes, regresaron todos, con la excepción de uno, y hoy están al lado de Leonel o militando de nuevo en el PLD; algunos de ellos, ocupando puestos en su alta dirección y en el gobierno. Por eso y a merced de una masificaciòn que atrajo sangre nueva y a una mayoría balaguerista que visualizó en Leonel lo que no pudo ver en ninguno de los actuales dirigentes reformistas, el PLD es hoy posiblemente el partido de masa mejor organizado que haya registrado la historia política dominicana. Mientras eso ocurre en el PLD, la división y el descalabro parecen reinar en los otros partidos. El país político parece haberse cansado de los conflictos, de los pleitos por intereses de grupos y no por causas de principios, lo que junto al idilio que vive una mayoría de la población con el gobierno del PLD y su Presidente, se impusieron en los pasados comicios. Ello significa, que a partir de ahora, el PLD, con el primer poder del Estado a su favor, allí donde se hacen la leyes, tiene una oportunidad magnífica para realizar el mejor de los gobiernos. Bastará que sus funcionarios actúen con organización y disciplina partidarias, con sentido de moralidad y de servicio a la nación, vale decir, bajo el principio boschista y guiados por el prestigio, la vitalidad y las intenciones positivas que irradia el liderazgo de su Presidente, sin duda, el mejor legado de Juan Bosch como creador de líderes y como maestro político. Si así ocurriera habrá gobiernos peledeìstas por varios cuatrienios, y los dominicanos, que ya nos salvamos del tiesto, seguiremos avanzando sin retroceso, hasta ver convertido al nuestro en un país definitivamente organizado y moderno.