Aportes de la Iglesia Católica a la Sociedad Dominicana
En el hato de Antonci de Yamasá, provincia de Monte Plata, el 9 de febrero de 1833, nace una de las figuras más llamativas de la historia de la República Dominicana, el Arzobispo Fernando Arturo de Meriño. Su infancia estuvo marcada por la efervescencia propia del movimiento independentista contra los haitianos. Tenía 11 años para el grito del año 1844.
Figura contrastante que a nadie deja indiferente, y hace levantar los párpados a medida que vamos conociendo su vida.
Como adultos pensantes tenemos que extraer lo mejor de su aporte a nuestra nación, aspirar al orden que a ella imprimió, y a nuestra cultura como ciudadanos responsables, examinar nuestra conciencia a partir de las estridencias que cometió para corregir deslices y acciones no beneficiosas.
SACERDOTE
Meriño fue de los primeros alumnos del Seminario Santo Tomás de Aquino, hoy día Seminario Pontificio, fundado el 8 de mayo de 1848, institución que ha sido parte integral del funcionamiento de la Sociedad Dominicana aportando tantos profesionales, no solamente eclesiásticos, sino para la vida civil. Nuestro seminario nacional es centro de formación para tantos hombres y mujeres para el resto del continente americano.
Fernando Arturo fue ordenado Presbítero por el Arzobispo Tomás de Portes e Infante. La primera Misa del nuevo sacerdote, el padremeriño, se celebró el día de mayo de 1856, en la Catedral Primada de América. Luego fue enviado las parroquias de Neiba, donde en 1857 se sumergió en la política nacionalista. Desarrolló una labor periodística de opinión a través del periódico El Grito de la Frontera por el contacto con amigos pertenecientes el Partido Rojo de Buenaventura Báez y sus familiares.
Después fue enviado a San Cristóbal, el Seibo, Moca, Puerto Plata y tras tan larga travesía, Párroco de la Catedral Primada de América. Fue gobernador Eclesiástico del Cabildo Metropolitano y Administrador Apostólico tras la ausencia del Arzobispo Portes.
Meriño se destacó por su elocuencia, fue un fogoso orador y a través de sus sermones comunicaba la instrucción política a los futuros líderes de esta nación.
Claro opositor del presidente Pedro Santana, se negó completamente al anexionismo. Como administrador eclesiástico de la Iglesia Dominicana, el 27 de febrero de 1861, aprovechando la ocasión del Te Deum frente a las autoridades y personas presentes recordó al mismo Santana que el pendón de la independencia debe ser sostenido y que nunca podrá ser sometido.
Desterrado al día siguiente de la anexión a España por contar con el repudio de toda la oficialía nacional, se da inicio a los exilios de Meriño que fueron varios: Puerto Rico, Venezuela, Curazao, Cuba y España, lugares en que el Padre Meriño ejerció como sacerdote, pedagogo, político, director espiritual y denunciante de las situaciones difíciles qué vivía la feligresía de dichos países.
Renunció a las ofertas que le hicieron en España para ser canónigo de catedrales. Prefiere ir a Puerto Rico por las similitudes con su país y las características tan propias de la región caribeña.
A su vuelta Meriño fue presidente de la Asamblea Nacional Constituyente. Presentó juramento ante el presidente Buenaventura Báez el 8 de diciembre de 1865. Tras su discurso profético a la misma asamblea fue deportado a Cuba por su reclamo de estabilidad gubernamental y de independencia absoluta ante cualquier poder extranjero, además de que mantenía mucha cercanía y amistad con los diversos sectores de la política nacional
ARZOBISPO
El Papa León XIII le nombró Arzobispo de Santo Domingo el 6 de julio de 1885. Llegado de Roma al país, canta su primer Te Deum en la Catedral, a la vez que asume las funciones de Rector del Seminario Santo Tomás de Aquino y la rectoría del Instituto Profesional erigido el 7 de octubre de 1880 durante la presidencia del Arzobispo Meriño.
PRESIDENTE
Pastor y político fue el perfil que presentó siempre ante la opinión pública. Meriño fue presidente de la República Dominicana del 1880 al 1882. En un momento de un vacío político por la falta de líderes con credibilidad, temple y honradez la Santa Sede le permite presentar su candidatura por el Partido Azul dirigido por Gregorio Luperón.
La juramentación presidencial de Meriño se realizó en la Catedral de Santo Domingo. Fue el primer presidente que completó su período constitucional para el cual fue electo y el primero en entregar de manera pacífica la presidencia a su sucesor. Rechazó la reelección la cual se le ofreció en muchas ocasiones.
Falleció el 20 de agosto de 1906. Su lugar de descanso está en una de las capillas de la Catedral erigida para este fin por el arzobispo Adolfo Alejandro Nouel.
LEGADO PARA LA POSTERIDAD DEL PAÍS
Se recuerda la exigencia y la disciplina de Meriño con su clero. No dejaba pasar una falta en lo moral, castigaba la relajación de las costumbres de los eclesiásticos, no admitía que no cumpliesen con los deberes litúrgicos y sacramentales, además de la caridad eclesiástica con los más necesitados.
Como anécdota se recuerda la frase apócrifa acuñada a su persona: no imiten lo que he hecho, cumplan con el Dios que les pedirá rendir cuentas.
La presencia y cercanía de Meriño con el Papa, con Roma y sus diversas instituciones eclesiásticas dieron forma y fisonomía a la Iglesia Dominicana que requería de adquirir identidad propia. Participó en el Concilio Plenario del Continente Americano celebrado en el Vaticano al cual asistió junto a los principales Obispos de todo el continente.
Meriño tuvo como prioridad el fomento de la educación en todos los ámbitos de la educación que hacen la diferencia, que propulsan el desarrollo y el orden cívico. Su brazo fue fuerte contra los traidores a la patria, criminales y ladrones. Su verbo era incendiario a la hora de denunciar la corrupción y las componendas políticas.
Fue sumamente severo con las exigencias del cumplimiento de las leyes morales, el respeto a las instituciones y con la participación de todos en las fiestas patrias y los días sagrados de la Fe Católica. Esta fue la visión de Fernando Arturo de Meriño de hacer patria y de ser un verdadero dominicano.