EN CUAL DIMENSIÓN SERÁ LA TRANSFERENCIA DEL PODER POLÍTICO Y ECONÓMICO DE LAS ELITES HEGEMÓNICAS A LA GENERACIÓN DUAL DE SU MISMA CLASE?
Los remanentes adultos del siglo XX, igual que aquellos seres humanos de cada siglo que termina, desean extender su existencia e incidencia social, económica y política en las estructuras y espacios donde han utilizado sus mayores energías para implementar su talento intelectual, lúdico o empresarial.
Esa preocupación por garantizar la presencia grupal, personal o familiar de manera contundente, decidida y vertical ante la posteridad, es un sentimiento emocional que surge de nuestras particulares convivencias sociales, familiares, intelectuales, culturales y políticas.
La gran mayoría, buscando perpetuarse en sus funciones llegan a la maltrecha práctica de acoger familiares y amigos de su entera confianza para que los sustituyan en el futuro próximo-presente. Ante esa realidad, debemos cuestionarnos en algunos aspectos, de modo que entendamos en mayor proporción el comportamiento de la naturaleza humana.1) ¿Ha sido de esa manera en todos los siglos?2) La ambición de postergar su presencia más allá del siglo que concluye, ¿sólo ha sido política y económica? 3) Grupos antagónicos durante el siglo que finaliza, ¿se han puesto de acuerdo al llegar el nuevo siglo para diseñarlo a partir de sus particulares intereses? 4) ¿Están conscientes los gobiernos y gobernados sobre la transición que se está produciendo actualmente y su incidencia en el nuevo siglo?5) Los protagonistas del siglo que concluye están conscientes y dispuestos a contribuir con la necesaria planificación de sus respectivos países en las próximas décadas para garantizar su desarrollo sostenido?
La Generación Dual, como toda generación de transición, persigue dejar su legado intacto, o mínimamente afectado ante los nuevos dueños del poder en todas sus formas y manifestaciones.
Todo ser humano las vive y expresa de diversas maneras. Unos de manera sublime y cordial, otros, los más, de forma estridente y mordaz ante sus semejantes. Estos últimos se consideran dueños y señores del ambiente empresarial, estatal, profesional, familiar y personal donde han hecho sus vidas. Ellos entienden que les corresponde mantener su estatus más allá de su existencia. A estos individuos les caracteriza la arrogancia, y en casi todas las oportunidades, llegan a perder la compostura moral y social. Son tan agresivos en sus metas hacia la posteridad, que antes de perder espacios protagónicos en una existencia que ya no existe, que no les es empática, olvidan todo concepto de la razonabilidad y asumen de manera consciente un comportamiento salvaje, anormal, adoptando el arrebato como una condición habitual dentro de su anormalidad existencial.
Ese sentimiento inapropiado que contraviene toda norma lícita del comportamiento humano, se hace cada vez más acentuado mientras pasan los años fuera de los círculos de poder, cuando se pierden las facultades motrices, las constantes consultas intelectuales y estratégicas para la toma oportuna de decisiones vitales de grupos empresariales y clanes familiares.
La Generación Dual tiene la gran oportunidad de ver con absoluta y normal condición humana lo que sucede delante, lo que está sucediendo, o puede empezar a suceder, tan pronto como mañana.
Su oportunidad de planificación es tan grande y favorable ahora en este cambio generacional, como no lo ha tenido otro grupo de seres humanos de cada siglo durante la existencia terrenal. Esa visión retrospectiva y esa visión proyectiva con amplios conocimientos de causa y efecto, no la ha tenido otro grupo social dentro de un siglo, como si lo tiene el choque generacional del siglo XX y el del siglo XXI.
Esa oportunidad pudiera ser perfectamente aprovechada por los integrantes de cada etapa, para de manera gradual ir compartiendo el amasijo de responsabilidades que ha supuesto llegar al lugar más alto de la cima, y aquel momento en que definitivamente requerimos bajar la pendiente para disfrutar de los suelos llanos, verdes, sencillos y simples junto a nuestros familiares queridos y aquellos seres humanos que han hecho de nuestra existencia una extraordinaria experiencia de vida.
- La Generación Dual de este tiempo, entendida como el grupo humano de los últimos treinta (30) años del siglo XX y los primeros treinta (30) años del siglo XXI, tiene una oportunidad de oro ante el mundo, porque es el grupo humano adulto que con mayores posibilidades puede consolidar su existencia y relanzarla a la vez.
Esa masa humana correspondiente a esa etapa de vida en el planeta, puede revolverlo todo para replantearse vivir de las experiencias de su pasado en una sociedad que apenas inicia su andar en la vida. Esos primeros habitantes del siglo XXI con cierto grado de inteligencia y poder económico quieren conocer y disfrutar todo lo vivido por la Generación Dual durante el siglo XX. En esa preocupación lúdica de los ciudadanos del siglo XXI, juegan un rol trascendente aquellos habitantes del siglo XX y sus particulares intenciones de ocuparse de transferir más allá de su existencia, un legado de extraordinario valor social, cultural, histórico, económico, familiar y político.
De manera definitiva, la primera camada de habitantes del siglo XXI, aquella que posee diez años del siglo XX y treinta del siglo XXI, tiene que entender y aceptar de manera favorable que los últimos habitantes del siglo XX, están responsabilizados de una forma u otra de la formación de su carácter para enfrentar los retos dentro y fuera del aparato estatal, privado, empresarial y familiar de cada país en el mundo, mucho antes de llegada la primera mitad del siglo XXI.
¿A qué se debe tanta prisa para preparar la Generación Dual del siglo XXI, antes de cumplir los primeros cincuenta (50) años de existencia?
Ese conjunto de seres humanos que tiene ciertos niveles de conciencia debe y merece ser capacitado para evitar que durante todo el siglo XXI, la clase dominante continúe siendo la misma a partir de sus riquezas económicas y políticas, y a través de éstas, por el control que pueda tener de los medios de producción en cada continente o en las distintas regiones del mundo. La confraternidad entre estos dos grupos humanos que integran la Generación Dual, debe plantear nuevas perspectivas ante tantas posibilidades y cambiar ahora, bien temprano, la concepción de sociedad que los más jóvenes del siglo XXI y siguientes deberán vivir y disfrutar.
De sus habilidades intelectuales para asumir los procesos y experiencias que con toda humildad desea transferirles una parte significativa de la última generación del siglo XX, dependerán muchas transformaciones estructurales tanto dentro de los consorcios privados como los estatales de cada país del mundo. Urge entonces que se dé esa empatía generacional a todos los niveles, pero de manera exponencial en aquellos grupos que con cierta formación académica persiguen ocupar un espacio digno, y en cierta forma, trascedente en las próximas etapas de vida. Es vital no tener que depender para ello de los clásicos anillos políticos y económicos que por tradición mesiánica se han impuesto a los naturales deseos de las grandes concentraciones sociales, que siglo tras siglo han luchado por una vida más horizontal, en armonía, sin la confrontación constante de poder para obtener lo que por razón y ley les pertenece.
La generación que se va, o sea, la última del siglo XX, aquella que ha llegado con toda fortaleza a los primeros treinta años de la generación que llega del siglo XXI, debe descargar, y creo que procura eso en estos momentos, toda su experiencia de vida en aquellos ciudadanos escasamente permeados por los grandes centros de poder mundial y por los poderes fácticos de cada país, de forma que puedan construir un espacio de vida más noble y digno para ellos y sus congéneres.
¿Cómo alcanzar esa utopía si estamos tan dispersos en el mundo?
Resulta fabulosa la idea de reformular nuestra agenda de vida, mientas otros piensan en viajar al espacio como un lujo extraordinario entre millonarios y todopoderosos. Los de a pies, bicicletas, transportes públicos y colectivos, deben rediseñar su propia agenda de existencia terrenal. Esa programación cotidiana de vida debe contemplar el desarrollo de acciones formativas hacia ese segmento poblacional que ha llegado con todas sus limitaciones e incógnitas a un momento de la historia signado por la presencia extraordinaria de las nuevas tecnologías de información y comunicación.
Como podemos apreciar, los grandes grupos empresariales apoyados en las nuevas tecnologías, procuran hacernos cambiar el tiempo y nuestros espacios de vida. En otras palabras, imponernos la agenda que grupos hegemónicos del gran capital y de la política desean que aceptemos sin cuestionar nada durante el próximo siglo y los siguientes.
Precisamente, reconocer las características de esa carrera contra reloj es uno de los más importantes criterios que debe asumir la Generación Dual, porque significa que se está empoderando de las características de la realidad hacia donde los empujan los grupos dominantes de la sociedad mundial.
Estar conscientes de tomar esas medidas a tiempo es un gran paso de avance. El otro aspecto a tomar en consideración es reflexionar junto a la generación del siglo XX, sobre cuáles decisiones podrían ser importantes para enfrentar de manera favorable los retos próximos que siguen.
Ese contexto de dudas nos encamina a implementar criterios y ejemplos que a través de las plataformas multimedia, los medios tradicionales de comunicación y la literatura circulante a nivel planetario, nos llegan de manera constante. De modo que poseemos numerosas fuentes de consulta, tanto análogas como digitales, que nos facilitarían comprender la realidad de estos tiempos en el mundo, y definir estrategias para replantearnos un nuevo concepto de vida durante el siglo en desarrollo.
Esos criterios procedimentales, unidos a las infinitas experiencias de vida del último grupo de la Generación Dual del siglo XX, son conceptos contundentes que ayudarán a formar el carácter de los segundos habitantes de la Generación Dual, aquella que en el presente siglo XXI está llamada a jugar un rol protagónico en sus primeros cincuenta (50) años de existencia.
La mezcla infinita de ambos grupos humanos, debe ser tan profunda, extensa y sólida, como aquella experimentada entre el Río Amazonas y el Océano Atlántico, formando un estuario inmenso de agua dulce y salada al sur del Continente Americano.