Llega o llegará el tiempo en que tendrás la cabeza llena de cabellos blancos o sin ningún pelo.
En que no necesitarás cepillo dental, desodorante, pastillas medicinales, café, té o hierbas aromáticas.
Llegará el tiempo en que no necesitarás levantarte temprano, ir a algún trabajo, hacer ejercicio o desayunar.
En que no podrás leer revistas, periódicos, cuentos, novelas, narraciones o chistes.
En que dejarás de mentir, de prometer o de hacer cosas imprudentes e innecesarias para la sana convivencia.
Llega o llegará el tiempo en que no podrás ponerte los calzados, la ropa hermosa o pintarte cejas y labios.
En que no podrás ir a tu iglesia favorita, a tu lugar añorado, a encontrarte con viejos y nuevos amigos, con tus grandiosos hermanos, hijos, nietos y allegados.
Llegará el tiempo en que sabrás que algunos vecinos son necesarios, como algunos desconocidos piadosos, para sobrevivir en cada tiempo y lugar.
En que vale más una oración y el arrepentimiento, porque ya ni recordarás el tiempo pasado para odiar.
Llegará el tiempo en que dejarás de hablar y de escribir mentiras, para que otros te eleven o te sigan.
En que a nada te sabrá el pan, el queso o la fruta.
Llegará el tiempo en que los hijos y nietos vuelen hacia otros lugares en busca de hacer realidad sus sueños.
En que no sufriremos por los problemas del Covid, de la inflación, del desempleo, el pésimo tránsito, la codicia, la corrupción y la falta de educación casera y colectiva.
Entonces… llegará el tiempo en que seremos libres de amar, agradecer y solidarizarnos con quienes estén a nuestro lado, nos llamen o digan que nos quieren.
02 de febrero de 2022.