Era usual en la Republica Dominicana que pasado el proceso electoral del mes de mayo de cada cuatrienio presidencial el gobierno de turno iniciase su retirada. Este periodo es conocido como periodo presidencial de transición del viejo al nuevo gobierno.
Se puede estar de acuerdo en que esta vez, un mes después de la fecha ordinaria del certamen electoral el país carece de nuevas autoridades, pues será el próximo cinco de julio cuando se llevaran a efecto elecciones generales presidenciales y congresuales. Es decir, se carece de nuevas autoridades. Sin embargo, entendemos que el gobierno que ahora termina comete un grave error cuando descuida su retiro y hace ingentes esfuerzos por convencer a la opinión pública de que su vida llega más allá del 16 de agosto del cursante año.
En el mejor de los casos, podría ocurrir, que el candidato oficialista a la presidencia resultare ganador, aun en ese supuesto, operara transición de mandato y habrá cambios en el gabinete presidencial, dada esta realidad, es preciso indicar que bajo las situaciones actuales no se está educando para la democracia. Es como si se jugara a torpedear el sistema político desde el poder político mismo. De modo que los enemigos de la sociedad abierta no se encuentran fuera de ella, están dentro y tienen responsabilidades públicas importantes.
Por demás, un demócrata de verdad, no puede ignorar la posibilidad cierta de que la alternancia sea el modelo que escoja el pueblo en las urnas, es decir, existe la posibilidad de que el pueblo votante decida elegir a alguien de la oposición. En este supuesto, muy real, muy posible e incluso, casi ineludible, el gobierno ha de tener su retirada planificada porque sería un gran descaro entregar el poder en total desorden pues no habría entrega sino una estampida muy parecida a la transición del año de 1986.
Esto lo decimos porque en la etapa de transición, el gobierno de turno, debe seleccionar muy bien cuales ejecutorias puede realizar y cuáles no, es decir, debe darse planes a corto plazo, pues emprender planes a largo plazo sin el concurso de la oposición no es de demócratas. Toda acción gubernativa que vaya más allá del 16 de agosto debe ser consultada con el abanico político nacional.
En América y, particularmente, en la Republica Dominicana, el presidente de la república, es visto como un monarca sin corona, pero esta apreciación obedece a coyunturas especificas, ahora, cuando el Estado constitucional elije, demanda y contempla, la profundización de la democracia como norte de todo mandato gubernamental, no es correcto ignorar esta realidad.
La hora es para asumir responsabilidad social, todo aquel que ignore la responsabilidad social que asume cuando maneja asuntos públicos le hace un flaco servicio a la nación. Se sabe que muchos se nutren de la noción según la cual el Estado dominicano se lo supone sin doliente, es decir que bajo la cultura pirata que yace en lo más profundo de nuestro interior, somos piratas.
La Junta Central Electoral (JCE) es el primer órgano pirata y, a la vez, el que tiene la responsabilidad social de ir enrumbando al poder ejecutivo y al congresual por el cauce constitucional, la realidad es que luce apático sobre la responsabilidad que recae sobre sus hombros. De modo que si algo saliere mal, los responsables de hoy, como los de ayer tienen nombres. Pirata porque parecen más interesas en las ventajas que pueden tener en el plano personal de sus relaciones con el ejecutivo que en el servicio que prestan a la democracia. Ahí está precisamente el peligro. Los jóvenes de la Plaza de la Bandera mostraron un nivel de indignación sobre las malas prácticas gubernamentales y, particularmente, sobre el deficiente servicio que a la nación han prestado y están prestando los administradores del proceso electoral. A nuestro juicio, el mensaje estuvo claro. Lo demás, es pura irresponsabilidad social.
El proselitismo político de la actual campaña electoral es visto por no pocos, como una oportunidad de aprovecharse, de sacar el pirata que llevan dentro. Quizás porque piensen que, al final, no hay nada nuevo bajo el sol, que quienes vendrán luego, vendrán con tanto hambre de robar dinero público que no repararan en lo que el viento se llevó. Quizá tengan razón, pero quizás no, entonces ante la incertidumbre, cierta dosis de prudencia y de actuación conforme a la Constitución y las leyes no viene nada mal. DLH-18-6-2020