El gran capital privado, la partidocracia y los Estados que convergen en un capitalismo endurecido, gansterizado y en decadencia, han decidido volcar los costos de la crisis que los estremece –desnudada y acelerada brutalmente por la COVID 19- sobre el proletariado mundial y el conjunto de la humanidad empobrecida, excluida, abusada y oprimida.
Esa determinación se traduce en despidos masivos de decenas de millones de asalariados/as, reducción del poder de compra y precarización de los ingresos de quienes logren conservar su empleo, acompañados del empobrecimiento de grandes contingentes de cuenta-propistas y quiebra en cascadas de pequeños, medianos y micro-empresarios.
Esa dinámica perversa, a su vez, implica profundización de las desigualdades sociales, sobre-explotación en escala más intensas de todos los sectores discriminados y menospreciados por las elites capitalistas dentro de la pirámides social de una dominación no solo clasista en extremo, sino también patriarcal, racista, adulto-céntrica, xenófoba y homofóbica.
Se traducirá, además, en una mayor depredación y empobrecimiento de la naturaleza no humana, a consecuencia del incremento de la voracidad minera y otros procesos industriales presentados como “imprescindibles” para la recuperación de la economía capitalista.
· ENSAÑAMIENTO, VORACIDAD E INDIGNACIÓN.
En tiempo de grandes crisis – y esta podría ser más grave que todas las anteriores- las garras del capital tienden a ensañarse contra todo lo que le permita recuperar ganancias y acumular riquezas.
Entran de manera sobresaliente en ese capítulo todos los sectores cuya vulnerabilidad histórica, por opresiones y discriminaciones de larga data, le facilita al poder capitalista sobre-explotar, exprimir y generar plus ganancias; así como todo componente del suelo y el subsuelo que le ayude a potenciar su productividad en medio de de la depresión.
Volcada esa voracidad sobre pueblos dominados y sobre el patrimonio natural de la humanidad, es visible como la manipulación de la crisis -acompañada de la coerción con que se procura contener indignaciones multitudinarias- potencia, junto a la opresión de pobrecía mundial por la burguesía mundial, las opresiones machistas y racistas, y la dictadura impuesta a jóvenes y niños/as.
En casa y fuera de casa, en calles y campos, en empresas paralizadas o reabiertas, en nuevas opciones y en la falta opciones en cuanto a educación, salud y trabajo, de frente y al interior de los cuerpos de represión, la pesada carga se torna mucho más desigual y agobiante para todos/as los/as discriminados/as y menospreciados/as.
· AGRESIÓN SENSIBLE.
No es pues accidental que los estallidos sociales detonen por esos eslabones súper-maltratados de la cadena opresiva.
Y dentro de ese conjunto de grandes canalladas, agreden el corazón de los pueblos las perspectivas inmediatas de la niñez, en tanto la insurgencia global en gestación no logre sus frutos emancipadores.
Una insurgencia ciertamente en marcha, espoleada en este periodo por el ajuste global de corte fondomonetarista que ha representado una pandemia que ha sido manipulada para convertirla en crónica, y, sobre todo, en un gran negocio.
Tan grave pinta el panorama de niñez de estos tiempos que la UNICEF y la OIT en su reciente informe “La COVID-19 y el trabajo infantil: período de crisis” y sus principales ejecutivos y especialistas se ven obligados a advertirnos:
-Que “los niños que ya trabajan podrían tener que hacerlo durante más horas, o en peores condiciones. Muchos de ellos podrían verse obligados a realizar las peores formas de trabajo, lo que causaría un daño significativo a su salud y a su seguridad.”
– Que "habida cuenta de las graves consecuencias de la pandemia en los ingresos de las familias, muchas de estas, al no tener apoyo alguno, podrían recurrir al trabajo infantil". (Guy Ryder, Director General de la OIT).
– Que “la COVID-19 podría resultar en un aumento de la pobreza y por tanto en un incremento del trabajo infantil, ya que los hogares utilizan todos los medios disponibles para sobrevivir”
-Que “en tiempos de crisis, el trabajo infantil se convierte en un mecanismo de supervivencia para muchas familias. A medida que la pobreza aumenta, las escuelas cierran y la disponibilidad de los servicios sociales disminuye, más niños se ven empujados a trabajar. (Directora Ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore)
(“Según la OIT y UNICEF, millones de niños podrían verse obligados a realizar trabajo infantil como consecuencia de la COVID-19”.- Boletín UNICEF para cada niño/América Latina y el Caribe)
La racionalidad del gran capital nada tiene que ver con el futuro de la humanidad que encarna la niñez. Ni con la salud de mujeres y jóvenes, ni con los derechos de negros y mestizos, ni con las necesidades de los seres humanos, ni con la sanidad del ambiente, ni con el destino de ríos, bosques, mares y arroyos.
Ella se basa en obtener ganancias, en recuperar ganancias, en multiplicar ganancias. Y en tiempo de mega-crisis sus juegos, más que pesados, se tornan genocidas y ecocidas.
¡Apuremos la siembra de soberanía y socialismo, porque si nos dilatamos más de la cuenta, no habrá cabezas para colocar los sombreros!
Santo Domingo, RD.