El grotesco asesinato de la adolecente embarazada Emely Peguero, por las circunstancias y factores que intervinieron en él, es otro engendro de un poder putrefacto en descomposición protegido insolentemente por la impunidad.
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Es un crimen en el que se combinan la soberbia del poder del dinero fácil, la supuesta superioridad de una familia mediamente enriquecida a la sombra del Estado y del partidismo politiquero, el caciquismo partidista, el machismo, la manipulación dictatorial de infantes y jóvenes por adultos deshumanizados, la paternidad irresponsable, el chantaje dogmático de las iglesias, la criminalización del aborto, la corrupción profesional y la degradación e ignorancia sobre la sexualidad impuesta por el conservadurismo cavernícola.
Es un crimen orquestado por una “cacica política” llamada Marlyn Martínez, perteneciente al negociazo político llamado PRD, asociada en lo local y nacional a la dictadura peledeísta y a su funcionariado corrupto; capaz de ejercer el abuso de poder hasta la desfachatez, creyéndose además intocable.
Ella evidentemente orquestó una urdimbre de tolerancias y sobornos previos para proteger a su hijo durante un largo periodo, y también orquestó una madeja horripilante de complicidades para encubrir una absurda y criminal interrupción de un embarazo avanzado, que devino en asesinato brutal.
La resistencia a asumir responsablemente la criatura engendrada por su hijo Marlon con Emely Peguero, llevaron a madre e hijo hasta mutilar las dos vidas, luego de apañar una relación abusiva con la menor. La irresponsabilidad paterna del progenitor de Marlon, de quien se dice es un general-piloto, es tan descarada como culpable.
La culpa no se debe generalizar. Este no es un crimen atribuible a una “sociedad totalmente descompuesta”, como falsamente se pregona y cantaletea. Lo que está podrido y cargado de ideologías perversas es el poder establecido y su modelo de dominación y reproducción que logra infectar una parte, no mayoritaria, de la sociedad.
Otros casos parecidos recientes, muchos que le antecedieron y numerosos crímenes de esa calaña (muchos ocultos), indican que se trata de asesinatos sistémicos propios de un régimen en descomposición que hay que echar abajo y reemplazar. Lumpen capitalismo patriarcal, adulto-centrismo, terror religioso, negación de Estado Laico y la vigencia prolongada de un sistema de corrupción e impunidad, están presentes en estas atrocidades Este Estado es enfermedad, no remedio. Solo el pueblo verde movilizado salva al pueblo.
POR LA COORDINACIÓN NACIONAL MC Narciso Isa Conde