Debe saberse que ayer celebramos la mejor conquista constitucional que hemos tenido a lo largo de existencia de la República, desde que fuera concebida para ser moldeada a imagen, conveniencia y semejanza de déspotas, prevaricadores y farsantes. No celebramos la fundación de derechos y deberes que nunca se han cumplido plenamente, ni la consagración de las libertades democráticas que sólo esporádicamente han sido respetadas. Nada de eso. Lo que realmente celebramos es la única conquista constitucional que nunca falla: un fantástico domingo cimarrón que cada año gozamos más que el carajo.