Políticos,
empresarios, militares y religiosos han convertido el Estado dominicano en una
fuente inagotable de riquezas grupales y personales a lo largo de nuestra
accidentada y dolorosa historia. Es por eso que detrás de casi todas las
fortunas está el Estado como soporte fundamental.
Sin el
Estado como parte determinante en la acumulación de grandes capitales, esos
grupos y personalidades, no tendrían el poder político y social que exhiben.
¿Qué es el
Estado? “El Estado es una organización política creada por una clase social con
el fin de someter a su dominio a una parte de la sociedad, y para poder someter
a una parte de la sociedad los creadores del Estado lo fundan apoyándose en la
fuerza…”, escribió Juan Bosch en su obra “El Estado, sus orígenes y desarrollo.
Esa es, a
groso modo, la tesis marxista sobre el Estado explicada ampliamente por
Federico Engels y Lenin. (“Mientras exista el Estado no habrá libertad”. “El
Estado tiene un sentido de clase”, es una forma de dominio a través de un
aparato jurídico que se apoya en la represión ejercida por la Policía, las
Fuerzas Armadas y otras instituciones militares, etc.)
Después de
la muerte de Trujillo ningún partido político había tenido más control social
que el de la Liberación Dominicana; ni siquiera el Reformista durante los años
de Balaguer (1966-78), ni los del PRD, particularmente el de Hipólito Mejía que
tuvo control del Congreso con 29 senadores.
Ningún otro
partido, tampoco, había endeudado tanto el país, ni había elevado los niveles
de recaudación tan vertiginosa y abundantemente. Pero al mismo tiempo ningún
otro había sido tan corrupto.
Si algo ha
caracterizado los gobiernos del PLD, particularmente los tres que encabezo
Leonel Fernández, ha sido la voracidad fiscal, el endeudamiento y la corrupción.
Mientras los dirigentes se enriquecen, el pueblo se ha empobrecido. (Más de 53
de cada 100 dominicanos viven en la pobreza, una gran parte en pobreza absoluta.
Y no han resuelto ninguno de los graves y angustiantes problemas nacionales.
Todo el dinero recaudado, todo el dinero tomado prestado parecen haber ido a
las cuentas de una buena parte de los dueños del Estado del PLD)
Los
dirigentes de este partido han convertido el Estado en un patrimonio personal
como si fuera una herencia de sus padres.
Con ese sentido patrimonial manejan las instituciones del Estado. “Este
ministerio es mío. Aquí hago lo que me dé la gana y no tengo que rendir
cuentas. Estoy por encima de la Constitución y de las leyes”, parecen decir.
El Estado en
manos del PLD ha sido un factor en los triunfos electorales internos y externos. “El Estado me venció”, dijo el hoy
presidente Danilo Medina, pero no dijo nada cuando ese Estado, con una inversión superior a los 50 mil
millones de pesos, venció al candidato opositor Hipólito Mejía. Ese Estado, con
Danilo a la cabeza, vence al grupo de Leonel en las elecciones para escoger una
parte de los miembros del Comité Central y el Comité Político.
Cada
dirigente es dueño de la institución que dirige. Utiliza los fondos del Estado
como propio sabiendo que no habrá, en lo
inmediato, consecuencias porque tienen el control absoluto de los poderes
públicos, incluyendo los poderes fácticos. Ningún fiscal, ningún juez, ningún
general, apresará, juzgará y enviará a la cárcel a ninguno de los dueños del
Estado patrimonial del PLD.
Esa será una
tarea impostergable de un gobierno decente encabezado por otro partido o frente
opositor dispuesto a sacar el país de la letrina moral en que se encuentra.