<b>Antes de
estudiar periodismo ya Juan Bolívar Díaz, junto a Rachamos Gómez Pepín y Huchi
Lora, era un referente para mí. Estoy hablando del año 1972. Yo comenzaría,
profesionalmente, cinco años más tarde en radio ABC. Nunca he compartido una
redacción. Ni siquiera un micrófono con él. Pero siempre le he guardado
respeto, admiración y cariño.</b>
En muchas
ocasiones difiero parcial o totalmente de sus puntos de vista; en otras tanto
me adhiero por completo. Y que bueno. Qué aburrida sería la vida si las cosas
fueran blancas o negras, que hastío si todos fuéramos iguales y pensáramos de
la misma manera. Uf.
El libre
albedrio no es un don divino, es una facultad humana, un derecho inalienable
que ha costado demasiada sangre, sudor y lágrima.
Lo
importante no es estar de acuerdo o en desacuerdo; es el respeto al derecho
ajeno cuando se ejerce por convicción,
sin miedo y sin que lisonja.
“Uno no
siempre hace lo que quiere, uno no siempre puede, pero tiene el derecho de no
hacer lo que no quiere”, escribió Mario Benedetti. “Una cosa es morirse de
vergüenza y otra cosa es morirse de dolor”, dijo el poeta uruguayo.
Juan
Bolívar, es mi percepción, ha dicho siempre lo que piensa. Y lo ha hecho con
honestidad. No le ha puesto precio a sus ideas. No es un mercader de la
palabra, ni de la voz. Y eso tiene un valor más allá de la coincidencia o la
disidencia. Estar de acuerdo o en
desacuerdo con él no es su problema, es del otro, del que lee o escucha. (El
Dios de un ateo o de un libre pensador es su conciencia)
Cada vez hay
más razones para sentirse avergonzado del modo en que se está ejerciendo el
periodismo en nuestro país. Pocos mantienen el sacerdocio de la comunicación;
pocos se mantienen apegados a la ética y la moral. El periodismo no escapa a la
degradación que se observa en la sociedad dominicana. Solo hay que ver
determinados programas de televisión, escuchar la radio o leer algunos
“líderes” de opinión. ¡Dan asco!
A Orlando
Martínez lo mataron a balazos. A muchos periodistas modernos los han matado
moralmente corrompiéndolo o dejándose corromper. (“Uno no siempre hace lo que
quiere, uno no siempre puede, pero tiene el derecho de no hacer lo que no
quiere”)
No hay hoy muchas voces honestas apegadas a los valores y
principios que le dan sentido a la comunicación social. No digo independientes,
porque no creo en los “independientes” porque la independencia en comunicación
no existe. (“No hay tal inocencia, tal apoliticismo o tal neutralidad”.
Escribió Camilo Taufic.
No basta con
hablar bien y bonito, con escribir bien y bueno, con tener 50 o 60 años en la
profesión, es necesario, imprescindible, hacerlo apegado a determinados valores
éticos y morales; es absolutamente necesario, que la comunicación, que el
periodismo, estén del lado de las mejores causas de un país o de la humanidad.
Es una buena
noticia, y lo celebro, que a Juan Bolívar Díaz le haya sido otorgado el Premio Nacional
de Periodismo 2014. ¡En hora buena! ¡Salud y larga vida!