Una madre de Portland,
Oregón, Estados Unidos, ha sido acusada de matar a su hijo de cuatro años,
porque pensaba que era gay. Un tribunal de Washington revela que Jessica Dutro,
de 25 años, además está acusada de golpear a tres de sus otros hijos. Es
sindicada por la muerte de su pequeño Zachary. Son de las pocas noticias
escalofriantes que ocurren en Estados Unidos y en el mundo.
Resulta que nosotros no
escapamos a esas cosas desgarradoras. En los últimos meses hemos visto aquí
titulares horripilantes en los medios de comunicación: “Un niño se ahorca
porque su chichigua no volaba”, “Adolescente se suicida porque su madre la
regañó por las bajas calificaciones”, “Joven se quita la vida porque su novia
lo abandonó”, “Menor de doce años se suicida apenado por la muerte de su
padre”, “Menor mata a otro de manera accidental con la pistola de su padre”,
“Se suicida una joven porque le prohibieron asistir a una fiesta”, “Se ahorca
menor porque sus padres rechazan a su novio”.
Son algunos de los
titulares que acostumbramos ver en la prensa local, que para determinados
directores de noticiarios se trata de una noticia extraordinaria, pues suelen
darle seguimiento cuando envían a los reporteros a entrevistar a las
acongojadas familias, irrespetando el dolor y la pena que les embarga en esos
fatídicos momentos. Pero también hay que agregar los suicidios entre adultos,
que han sido muchos, en especial hombres que asesinan a sus parejas.
En febrero de este año
se publicó que iban 24 suicidios. Todavía no tenemos las estadísticas
oficiales, y me atrevo a asegurar que la cuenta debe ir por los treinta.
¿Qué está ocurriendo en nuestra sociedad? ¿Por
qué ocurren esos suicidios, sobre todo en menores de edad? Tal vez los
profesionales de la conducta pueden ofrecer explicaciones en torno a estos
fenómenos y recomendar las medidas que han de aplicarse.
Los motivos detrás del
suicidio en un adolescente pueden ser complejos. Aunque relativamente el caso
es raro entre niños, la cantidad de muertes e intentos aumenta significativamente
durante la adolescencia.
El suicidio es la
tercera causa de muerte entre jóvenes de 15 a 24 años de edad, de acuerdo con un
informe del Centers for Disease Control and Prevention (Centro de Control y
Prevención de Enfermedades), de Estados Unidos, después de accidentes y
homicidios. Se cree, además, que por lo menos 25 intentos se hacen por cada un
adolescente.
La tragedia de la
muerte de un joven debido a desesperanza o frustración abrumadoras resulta
devastadora para la familia, los amigos y la comunidad. Padres, hermanos,
compañeros, entrenadores y vecinos podrían quedarse con la duda si pudieran
haber hecho algo para impedir que ese joven decidiera atentar contra su vida.
Aprender más acerca de
los factores que podrían llevar un adolescente a ese tipo de acción podría
ayudar a prevenir más tragedias. Aunque no siempre se puede impedir, siempre es
buena idea informarse y tomar medidas para ayudar a un adolescente con
problemas. Para eso se necesita la vocación política de nuestra clase
gobernante, que ha estado de espaldas a esta realidad.
Los niños y
adolescentes de hoy, al parecer, son muy sensibles y por tanto hay que tener
sumo cuidado al hablar con ellos. No aceptan consejos porque se creen los más
sabios y hasta mandan a los padres al carajo cuando insisten en persuadirlos
contra el peligro. Son malcriados desde la cuna. Son algo así como un mal
necesario.
El bombardeo constante
de programas violentos en los medios de comunicación, se ha convertido en un
factor de primer orden en el desarrollo de la conducta del ser humano,
principalmente los niños que se pasan horas mirando muñequitos y otras series
infantiles, llenos de violencia verbal y física.
Es decir, el problema
en el comportamiento de la conducta humana lo crea la misma sociedad. Lo lamentable
es que no se está haciendo nada para erradicar los factores sociales y económicos que inducen a las
personas a esas acciones.