<b>Las elecciones del 2016 plantean el más favorable escenario de relevo político que se haya conocido en el país en mucho tiempo.</b>
El impedimento constitucional del presidente Danilo Medina, el creciente deterioro del liderazgo de Leonel Fernández, el derrumbe estrepitoso de Miguel Vargas y la confirmada inclinación de Hipólito Mejía de no aspirar a una nueva postulación, configuran un panorama político radicalmente diferente al que existía en el país hace apenas un par de años.
Por lo tanto, resulta predecible que la próxima contienda electoral contará con protagonistas distintos a los que han dominado el panorama político dominicano durante las últimas dos décadas.
En el caso del ex presidente Fernández no se trata de minimizar su ascendencia en el Partido de la Liberación Dominicana. Nadie debe dudar de que hará todo lo posible para encabezar la boleta del PLD por cuarta vez, pero está claro que ya no tiene el control absoluto de su partido ni representa una oferta atractiva para los electores independientes.
Aunque ahora supere con buen margen a sus principales contendores internos, Francisco Javier García y Reynaldo Pared Pérez, parece difícil que Fernández pueda convencer a su propio partido de que es el candidato idóneo para ganar en la primera vuelta o para enfrentar una posible convergencia opositora en la segunda vuelta, que podría ser encabezada por Luis Abinader, un político con una baja tasa de rechazo y el único que ha mantenido un sostenido crecimiento desde las elecciones del 2012 y que por el momento no parece tener competencia fuera del oficialismo.
La inteligencia del PLD debe intuir que con el desastre que se reveló al término de su última gestión en el 2012, Fernández no cohesionará el grueso del voto peledeísta y mucho menos el voto de los que no tienen partidos, sobre todo de la franja abstencionista de la población que podría animarse a emitir un voto en contra para evitar la vuelta al colapsado modelo de gobierno que él representó.
Y no hay razones para suponer que el presidente Medina comprometería su prestigio y su proyecto de futuro, para rescatar a un adversario a quien él mismo ha debilitado en el proceso interno y de quien ha tratado de diferenciarse ostensiblemente en su estilo de gobierno.
En ese contexto podría especularse que la fuerza del danilismo terminaría inclinándose por uno de los dos principales precandidatos emergentes de su partido, Francisco Javier o Reynaldo Pared, que proyecte mejores condiciones para polarizar internamente con Leonel y captar simpatía fuera del PLD.
Se podría anticipar, sin embargo, que a pesar de la crisis inducida del PRD, en las elecciones del 2016 habrá una segunda vuelta que enfrentará al candidato del PLD con el candidato mejor votado de la oposición, quien de acuerdo a todas los proyecciones será Luis Abinader, independientemente de la plataforma partidaria que lo sustente, ya sea el PRD o una convergencia de fuerzas políticas y sociales. (9-3-2014)