Entre corazones, cupidos, rosas,
chocolates, globos y “I love you”, los mortales en todo el mundo celebran con
frenesí el “Día de amor y la amistad”.
Con exactitud, se desconoce el
origen del Día de San Valentín. Abundan las historias mitológicas; una de
ellas, cuenta la historia de un sacerdote romano que casaba a los enamorados en
secreto, burlando el mandato del emperador Claudio III que prohibía el
matrimonio de los soldados, porque entendía que aquel que no tenía familia ni
compromiso que le involucrara sentimental y emocionalmente, rendiría más en la
guerra. Después de su muerte por ejecución, un 14 de febrero, el sacerdote de
nombre Valentín de Terni, fue convertido en santo y en su honor se celebra el “Día
de San Valentín”. Inmediatamente trae a colación la estrecha relación que
existe entre ésta versión con la frase que dice: “En la guerra y el amor, todo
se vale”.
Otra historia nos relata que en
esta fecha, los romanos realizaban ritos de adoración a Eros, el dios del amor,
y le pedían el favor del amor ideal. Eros, en griego, encarna el personaje de
aquel ángel travieso y desatinado llamado Cupido, al cual todos odiamos y
amamos a la vez.
Hoy en día se mantiene la
tradición, a pesar de que muchos ignoran su procedencia y el significado del
“Día de San Valentín”. Esta fecha, es celebrada en toda América y alrededor del
mundo. Cada país tiene un modo distinto de festejar, aunque en esencia
conserven similitud.
En Argentina, por citar un
ejemplo y una nación, se le conoce al 14 de febrero como el “Día de los
enamorados”, pero no es el único día asociado al amor. A mediado de año, ellos celebran
“La Semana de la Dulzura”, en esta semana es habitual regalar dulces y besos; y
el 20 de julio, el “Día del Amigo”. El 14 de Febrero, tanto en Argentina como
en Estados Unidos y otros países incluyendo a la República Dominicana, las
parejas procuran con afán esta fecha para unirse en sangrado matrimonio como si
no hubiera más días en el calendario para casarse.
Hay dos concepciones ideológicas
sobre este día, una de ellas plantea el día perfecto para demostrar afecto, la otra
considera que este día es netamente comercial. Lo que sí es un hecho, es que no
pasa desapercibido.
Pero ¿qué tal y si en vez de
celebrar el día del amor y la amistad anualmente, celebramos el día del desamor
y la enemistad? Un día especial donde la gente se sincera consigo misma y con
los demás.
¿Y si vemos el mundo al revés por
una vez? Un 14 de febrero dedicado a todo lo contrario a los usos y costumbres
que se nos han impuesto sin preguntar. Donde la gente se sienta en confianza y
total libertad de decir lo que piensa y lo que siente, una democratización de
los sentimientos, sin condicionar lo que sentimos con lo que piensan los demás,
ya que cada quien es dueño de lo que siente y de cómo lo siente. Donde cada quien
se hace responsable de sus emociones, un día honesto, sin mentiras ni sonrisas
hipócritas, sin abrazos ni besos de Judas; 24 horas para declarar nuestra
inconformidad, nuestros dolores, nuestras angustias y todo aquello que nos
aturde; un día para decir también “no te amo” y sabiendo que hay un tiempo de
amar y un tiempo de odiar; 1,440 minutos para vivir de frente, con el corazón
tendido al sol.
364 días de amor absoluto, de
amabilidad y cortesía, de buenos tratos, sin tener que esperar fechas
especiales para declarar nuestros sentimientos con valentía y coraje. No hay
que esperar para decir “Te quiero, te amo, te estimo, agradezco tu existencia”.
364 días de buenas vibras,
abrazos afectuosos, peluches, regalos, sonrisas, miradas agradables, tardes de
chocolate, liberando endorfinas que "producen alegría, felicidad y
amor"; exactamente lo que necesitamos, un poco de todo aquello.
Amar inteligentemente, sin dañar,
sin alterar lo amado. Dejando de lado la necesidad inútil de poseer, de
propiedad, de pertenencia.
“El amor sea sin fingimiento.
Aborreced lo malo, seguid lo bueno”. – Santa Biblia