<b>Esto es lo que hay aquí ahora. Eso es lo que son todas ustedes. Y por eso, al estilo de ese artista tan apreciado por muchas de ustedes, me refiero a José José, que en una de sus canciones pedía aplauso para el amor, ¡Yo pido un aplauso por todas y cada una de ustedes, que mucho se lo merecen!</b>
Compañeras, amigas:
En
primer lugar, quiero agradecerle a Dios y a Ustedes por la celebración de este
acto. Estoy muy contento por el apoyo que Ustedes me brindan.
Puedo
decirles que me siento muy halagado y complacido con tanto talento, tanta belleza,
tanta gracia, tanta amistad hecha MUJER reunida en esta ocasión.
Esto
es lo que hay aquí ahora. Eso es lo que son todas ustedes. Y por eso, al estilo de ese artista tan apreciado por
muchas de ustedes, me refiero a José José, que en una de sus canciones pedía aplauso para el amor, ¡Yo pido un aplauso por todas y cada
una de ustedes, que mucho se lo merecen!
Sinceramente,
me siento contento entre ustedes, y me digo a mí mism ¡“bendito yo entre
todas estas mujeres”!
Y puesto
que oportunidades como ésta no se dan a cada rato, quiero aprovechar el tiempo
y compartirles algunas ideas y convicciones propias sobre un tema de alta
importancia para el bienestar, la felicidad y el futuro desarrollo de la
República Dominicana.
Voy a
expresarle mis puntos de vista sobre “la mujer, la igualdad y el desarrollo en
la República Dominicana”. Y el mensaje que me interesa que quede grabado en su
cabeza y en su corazón es doble.
El primer
mensaje es que con las mujeres dominicanas hay que contar, no sólo porque son
muchas; también, y principalmente, porque estoy convencido de que sin el aporte
femenino ni hay desarrollo, ni hay felicidad, ni hay paz.
El
segundo mensaje es este. Aunque ha habido avances con respecto a la igualdad de
género, la verdad es que todavía hay mucho trecho por recorrer. Por consiguiente, es necesario que en
este país se implementen más y mejores políticas públicas para aprovechar mejor
el potencial que representa el aporte femenino para construir una sociedad más
justa, más igualitaria, más desarrollada y con gente de paz.
Permítanme
referirme al primer mensaje: “Con las mujeres hay que contar; sin las mujeres no
hay desarrollo”.
Eso está
más claro que el agua. En este país somos cerca de diez millones de habitantes.
Y de esos diez millones, prácticamente la mitad son mujeres. Y como el
desarrollo de un país se basa en primer lugar en el desarrollo de su gente, de
su población, entonces es evidente que para lograr el desarrollo que queremos, importa
mucho que la mujer dominicana crezca y se desarrolle en libertad y en igualdad
de oportunidades. Si queremos desarrollo hay que querer el desarrollo de las
mujeres.
Por
fortuna, los tiempos han cambiado mucho. Ya no es como antes. En los tiempos pasados,
las mujeres estaban confinadas a los oficios de la casa: cocinar, lavar,
planchar, buscar leña por ahí, prender fogones, cocer, barrer, trapear, zurcir,
tejer, atender al marido y a los muchachos, cuidar la casa y los mayores y
tener los muchachos.
Y en
esto se ponían viejas y se le iba la vida. Pensándolo bien, eran poco más que
una esclava.
Felizmente,
en las últimas décadas las cosas han venido cambiando y asistimos a un
despertar creciente de la mujer dominicana, que se expresa en conquista de
libertades, en más igualdad, en más participación.
Eso
es, porque con el paso del tiempo a la mujer de este país se le han abierto
oportunidades y las han aprovechado. ¡Dele una oportunidad a una mujer y verá
cómo la aprovecha! ¡Las mujeres no desperdician las oportunidades!
Y por
esto, mis queridas compañeras y amigas, yo digo con mucho orgullo y sin temor: ¡que
haya más y mejores oportunidades para las mujeres! ¡Que haya más libertad y más
igualdad a favor de las mujeres dominicanas, porque eso es garantía y es
condición para lograr el desarrollo de todos los dominicanos y dominicanas!
Hay
más de un artista por ahí que le coge por proclamar entre canto y cant ¡que
vivan las mujeres! Bueno, yo no soy artista, pero también proclamo ¡que vivan
las mujeres dominicanas!
Pero
sueño y aspiro que las mujeres dominicanas vivan libres, educadas, capacitadas,
disfrutando la vida en igualdad de oportunidades y condiciones en relación a
los hombres. Y, sobre todo, que bellas y hermosas como son, aspiro a que sean respetadas como se merecen ¡que vivan
una vida feliz!
¡Que
vivan felices y orgullosas! Este es mi deseo para todas ustedes y para los casi
cinco millones de mujeres con quienes nosotros los hombres compartimos y
seguiremos compartiendo este bello territorio que habitamos, nuestra República
Dominicana.
A lo
largo de los últimos años la participación de la mujer dominicana es cada vez
más notorio. En este momento, por ejemplo, la tasa neta de matriculación en
educación básica es ligeramente superior en mujeres que en hombre.
En el
caso de la educación secundaria, el pasado año, habían 456,612 mujeres
matriculadas en el nivel secundario en comparación con 415,283 hombres. Pero la diferencia es mayor en la educación
superior, en las universidades había 325,832 mujeres matriculadas en el 2013 en
comparación con 224,872 hombres. Esto
representa alrededor de un 44% más de mujeres que de hombres.
En el
año 2013, el 83.5% de las mujeres de 15 a 19 años completó la educación básica,
un poco más de 8 de cada 10 mujeres, en comparación con el 70.9% de los hombres
de 15 a 19 años, o sea 7 de cada 10 hombres.
Otro dato que muestra como las mujeres se abren paso
es que su escolaridad promedio es mayor que la de los hombres, así como la tasa
de alfabetización.
También hemos avanzado mucho en protección social de
las mujeres en la última década, pero continúan las brechas.
En el año 2012, el 56% de las mujeres estaban
protegidas por un seguro de salud en contraste con el 51% de los hombres. Esto se explica porque más mujeres están
aseguradas al Seguro Familiar de Salud del régimen subsidiado. En ese mismo año, el 49% de las mujeres con
seguro de salud lo estaban en el régimen subsidiado.
Sin embargo, solo el 9% de las mujeres mayores de 60
años que no estaban ocupadas tenían una pensión, comparado con el 26% de los
hombres.
A pesar de los avances indicados, hay muchas
barreras que la mujer dominicana tiene que superar para lograr mayor nivel de
igualdad con el hombre.
No hay dudas de que un buen empleo
es la mejor manera para que una persona se desarrolle plenamente.
En
nuestro país la participación de la mujer en el mercado de trabajo es todavía
muy baja en comparación con las de los hombres. De cada 10 mujeres en edad de trabajar, 3 estaban trabajando, en
comparación con 6 de cada 10 hombres en el año 2013.
El
trabajo de la mujer sigue segregado y se concentra en áreas tildadas como
típicas para mujeres, lo que refuerza la tendencia de inequidad en el mercado
de trabajo. Las mujeres se concentran en
servicios secretariales, y en sectores como el de zonas francas y trabajo
doméstico.
En el 2013, el 90% de las mujeres estaba trabajando
en el sector servicio, solo 7% en la industria.
El
año pasado, la tasa de desempleo en las mujeres fue de 23.1% en comparación con
el 9.7% en hombres. 446 mil mujeres
estaban buscando empleo en el año 2013 en comparación con 272 mil hombres.
Esta
situación todavía es peor en mujeres jóvenes de 15 a 29 años donde la tasa de
desempleo alcanza el 40% (casi la mitad de este grupo de edad).
Una
de las mayores discriminaciones de las mujeres en el mercado de trabajo es la
salarial. Todavía en muchas ocupaciones, a pesar del nivel educativo, las
mujeres perciben menor salario que los hombres.
Las
mujeres trabajan dando lo mismo por menos. Hace sólo un par de años, la
Encuesta de Ingresos y Gastos en los Hogares, realizada por el Banco Central, puso
en evidencia que las mujeres, trabajando lo mismo y rindiendo lo mismo,
reciben en promedio un salario 20% menor que el que
reciben los hombres.
O
sea, si es la misma naranja y es igual de dulce y jugosa; si el del lado la
vende a diez pesos, ¿por qué Cuca la tiene que vender a ocho pesos?
Sencillamente, esto no es justo, y esto llora ante la presencia de Dios.
A las
mujeres hay que quererlas y cuidarlas más; pero cuídense ustedes mismas.
Si
bien la esperanza de vida de las mujeres hoy día ronda los 74 años de edad, o
sea que duran más que los hombre, resulta que en este país, para dolor y
vergüenza de todos, la mortalidad materna es muy alta: 106 defunciones maternas
por cada100 mil nacidos vivos. Que tanta mujer muera por dar el servicio de dar
la vida es una cosa que, francamente, también ¡“llora ante la presencia de
Dios”!
En gran
medida, esto está asociado a que en este país tenemos otro problema. Resulta
que una de cada cinco adolescentes, entre 15 y 19 años, ya es madre o está embarazada. Y para
colmo, resulta que esta cifra se triplica, seis de cada diez, entre las mujeres
más pobres y menos educadas.
Y un
dato más. De cada cien mujeres que ahora se encuentran entre 20-24 años de
edad, resulta que alrededor de 14 se juntaron o se casaron antes de cumplir 15 años;
y 40 lo hicieron antes de cumplir los 18
años.
No
puedo dejar de tocar el tema de la violencia intrafamiliar. Es un fenómeno
que afecta a un alto porcentaje de mujeres en el país, teniendo un impacto
negativo en la salud física y mental de las mujeres, generando altas tasas de
homicidios, y causando grandes pérdidas económicas.
En los
últimos 5 años, alrededor de 200 mujeres en promedio han sido víctimas de
feminicidio.
Se sabe que1
de cada 5 mujeres mayor de 15 años ha sido víctima de violencia física en algún
momento de su vida.
También
se sabe que entre las mujeres mayores de
19 años que reportaron haber sido agredidas sexualmente la mayoría fue violada
por primera vez cuando tenía entre 15-19 años de edad.
Esto,
todo esto, queridas amigas, es un desperdicio de desarrollo. Son las grandes
heridas que sangran el desarrollo de la mujer, que sangran el desarrollo de la
República Dominicana.
El
que celebremos mañana el día del amor y de la amistad no nos debe tapar los
ojos. Esta es parte de la realidad de la mujer en la República Dominicana.
Yo
les felicito. Pero les aliento a que sigan adelante. Sigan caminando. Sigan
luchando. Sigan aprovechando las oportunidades y ganando terreno.
En
participación política hay ganancia. Hoy el país cuenta con cuatro senadoras,
de 32; y con 38 diputadas, de los 183 curules que hay en esa Cámara.
Esto
antes no se veía. Pero hay que avanzar más. Los tiempos cambian, y van a seguir
cambiando para la mujer en la República Dominicana.
Hoy, 3
de los 20 ministerios están dirigidos por mujeres. Y en el pleno de la Suprema
Corte de Justicia, una de cada tres jueces que la integra son mujeres.
Les
repit los tiempos van a seguir cambiando a favor de las mujeres. Como dice el
refrán, “ya la pava no pone donde ponía”. Hoy es diferente. Y mañana será mejor
para ustedes.
Me
resulta grato reconocer que el Gobierno que encabeza el Compañero Presidente
Danilo Medina tiene como prioridad apoyar el desarrollo y el empoderamiento de
la mujer.
Permítanme
concluir expresándole mi compromiso con una
agenda de país que supere la situación de desigualdad que afecta a las mujeres.
Esa agenda debe abordar en primer lugar la inclusión económica, o sea la necesidad
de aumentar la participación laboral de las mujeres y fomentar su participación
en sectores económicos no tradicionales.
En segundo lugar, la inclusión social, o sea la necesidad de atacar las diferencias de género en salud,
violencia social, pobreza y desigualdad.
Y finalmente, la inclusión política y mayor
empoderamiento, que implica iniciar el
tránsito hacia una sociedad que respete y reconozca la participación política
de las mujeres en igualdad de condiciones con el hombre.
Tenemos
que poner en práctica más y mejores programas y políticas públicas para
garantizar la integridad física de la mujer dominicana previniendo la violencia
contra la mujer.
Tenemos
que seguir desarrollando más y mejores políticas públicas para garantizar más y
mejor educación en salud y salud sexual y reproductiva como medio para reducir
los embarazos adolescentes que representan una puñalada al desarrollo de la
mujer y al desarrollo económico y social de la República Dominicana.
Queridas
amigas, he venido predicando que la democracia se sustenta en la alternabilidad
en el ejercicio de poder. Yo creo firmemente que el desarrollo institucional de
la República Dominicana sólo será posible en la medida en que desarrollemos una
cultura democrática. Yo creo que el continuismo en el poder es una retranca
para el desarrollo de la cultura democrática. Hace que determinados políticos
caigan en la tentación de creerse imprescindibles e insustituibles.
La
historia nuestra de solo décadas atrás nos da lecciones de que el continuismo
no deja buenos beneficios para el desarrollo, más bien perjudica el desarrollo
institucional, el desarrollo político y el desarrollo social del país. Es por
eso que estoy impulsando una cruzada anti continuista en el PLD. Ustedes saben
mis intenciones y espero contar con Ustedes.
Queridas
amigas ¡felicitémonos y abracémonos en este día, y todos los días de la vida! Vuelvo
y le repit con las mujeres hay que contar; sin las mujeres no hay desarrollo.
¡Muchas
gracias!