<span style="font-size: 12px;">Al
momento de escribir este artículo, dos mujeres cayeron asesinadas por sus
respectivas parejas, lo que, lamentablemente, representa un mal presentimiento para
este año que a la velocidad de un rayo va en camino hacia la
extinción.</span>
Dilcia
Arciniegas y Águeda Arisleidy Then Guzmán, son las víctimas. La segunda fue
ultimada por su ex consorte Ángel Aridio Medrano Rosario, a su vez linchado a palos, pedradas y botellazos por una
multitud enfurecida tras cometer el hecho en un sector de Santiago.
Arciniegas,
de 35 años, fue asesinada por su ex pareja, solo identificado como Benardino,
con quien procreó cuatro hijos durante 22 años de matrimonio. Residía en la
comunidad Manoguayabo, del municipio Santo Domingo Oeste.
Lo
sintomático de estos hechos es que las víctimas habían depositado querellas por
ante las autoridades policiales y del ministerio público en busca de una
protección o de alejamiento, procedimientos que muchas veces son violados por
los agresores.
La
cifra de mujeres asesinadas en República Dominicana durante el mes de mayo del
2013 ascendió a 57, número que representaba un 25 por ciento menos que el registro
de igual período de 2012.
Obvio,
esas estadísticas estaban incompletas debido a que en los meses restantes del
2013 sucedieron otros desenlaces
similares, teniendo como causa principal los celos endemoniados y la
resistencia del macho a ser desplazado por otro amor.
Sin
embargo, hay un ingrediente nuevo en este escenario que debe tomarse muy en
cuenta: los linchamientos contra los
autores de esos y otros asesinatos. Se trata de una práctica que crece cada día
en el país y que debe llamar la atención de todos.
Los
linchamientos deben interpretarse como un acto de venganza familiar o una
respuesta a la deficiencia de las autoridades en cuanto a la protección de las
mujeres que constantemente son amenazadas o maltratadas por sus maridos.
El
hecho de que un hombre ignore una orden de alejamiento respecto a su pareja, es una evidencia de que no se siente
ningún temor ante los mandatos de las autoridades encargadas de salvar la vida
de los ciudadanos.
Recientemente,
la Policía reportó la muerte de una mujer a cargo de su esposo que se oponía a
que regresara a España, donde vivía, después de pasar unas vacaciones en
República Dominicana. Otro individuo regresó desde Nueva York y asesinó a su esposa, al recibir informes de
que ésta le estaba siendo infiel.
Los
factores que dan origen a esos hechos lamentables, deben revisarse con carácter
de urgencia y buscar la forma de eliminarlos para evitar la continuación de
crímenes de esa especie, que se están convirtiendo en una pandemia.
Así,
el tema de la violencia intrafamiliar no
sale de las portadas de los medios de comunicación. ¿Qué se debe hacer,
endurecer las penas a los femenicidas o establecer la cadena perpetua como
respuesta inmediata?
Me
inclino por la última iniciativa, pero que también se incluya en la agenda a
otros delitos de niveles más drásticos. Una medida de esa naturaleza (la cadena
perpetua) encontraría rechazo en segmentos de la sociedad que han vivido
siempre a costa de la miseria intelectual de aquellos que imploran la defensa
de sus derechos (violadores sexuales, asesinos, ladrones, pederastas,
corruptos, etc.), pero que son irrespetuosos de los derechos de los demás.
Ojalá alguien se anime a promover esta iniciativa, independientemente del costo
político.