Cuando Leonel Fernández se consolidó como líder, en aquella campaña de 1996, se ignoraba que en el futuro sería uno de los más odiados en la historia de la República Dominicana.
Mantener a flote un conjunto de habilidades, capacidad de influir en las personas y generar entusiasmos en los actores generadores de cambios no ha impedido la proliferación de naturales detractores.
No cabe duda que ante Leonel se está delante de un generador de impresionantes iniciativas, propulsor de avance, y hombre de consenso por excelencia. Muy posible sean estas capacidades las promotoras de rabias en su contra.
Pero quien nos dice que para un líder todo es fácil? Por el contrario, son las cosas difíciles que le hacen demostrar liderazgo.
Marcos Díaz no fuera un referente de haber braseado solo en el agua mansa del Rio Osama, ni Rickey Henderson fuera considerado el mejor robador de bases de Grandes Ligas si la mayoría de estafas fueran contra un Mike Piazza, receptor carente de buen brazo.
Leonel Fernández ha influido en el pueblo, en el PLD y en los partidos que conforman el Bloque Progresista. Ha puesto a todos a trabajar en conjunto por el progreso y la estabilidad del país. Unos podrán verlo como autoritario, otros como democrático empero, he visto por la mayoría como un líder liberal apegado al consenso
Con su forma, carisma, inteligencia, sobriedad, con su pragmatismo y otros atributos de líder, ha propinado cinco derrotas consecutivas al PRD. Los integrantes de esa agrupación a Leonel no lo quieren ni en pintura. Él es su verdugo electoral. Esa agrupación prefiere enfrentar diez opositores juntos y no a Leonel, para ellos, solo para ellos, el líder más odiado.