En un sistema de
libre participación para todos, las garantías democráticas a favor de la
ciudadanía tienen que partir de aquellas instituciones que por virtud de la ley
están llamadas a cumplir ese rol. Lamentablemente, en este país está más que
demostrado que en la práctica no siempre ocurre así.
Después de ver a
través de la televisión, algo que fue
pasado por distintos canales en forma muy repetitiva (lo que no estuvo mal), el
vídeo en que aparece un sargento de la Policía Nacional disparando su arma de
reglamento contra un indefenso ciudadano en el barrio
Córbano Sur, de San Juan de la Maguana, me atrevo a afirmar que lo menos que se
parece a un policía es ese abusador llamado Rafael de los Santos, a quien apodan
Nene.
Ese policía
abusador, que al momento del hecho estaba al mando de una patrulla policial, y a
quien un juez le dictó tres meses de prisión preventiva por el hecho de que se
le acusa y del que hay todas las evidencias de culpabilidad, con su solo
comportamiento enloda el nombre de la institución a la que pertenece, o
perteneció.
No hay razón
valedera para que un agente policial dispare a mansalva contra un ciudadano por
demás indefenso y desarmado, como era el caso del agricultor Ricardo Roa García,
de 54 años. Incluso, en el caso de que este ciudadano se sublevara contra la
patrulla que trató detenerlo, si es el caso, no por ello el sargento debió
dispararle. Sencill Roa García estaba
desarmado.
No son pocos los miembros de la Policía Nacional
que a través del tiempo han manchado su hoja de servicio cometiendo abusos
contra indefensos ciudadanos. El caso que involucra al sargento De los Santos
es de los pocos que se conocen, y ha tenido tal impacto en la opinión pública
precisamente porque en los alrededores alguien llevaba consigo una cámara o
celular provisto de servicio de vídeo.
Pero son
incontables los abusos que cometen efectivos policiales sin que ni uno solo
llegue a constituirse en denuncia pública.
Otra tacha que se le debe agregar al sargento
abusador de San Juan es que, una vez conocida la decisión del juez Melanio
Matos, de enviarlo a prisión preventiva por tres meses, parientes suyos agredieron en el tribunal al periodista Miguel Geraldo
González y al camarógrafo Cristian Mateo, de NCDN, según reporte del portal
barrigaverde.net, que se edita en San Juan de la Maguana.
El desagradable espectáculo que protagonizó el sargento
victimario de San Juan de la Maguana constituye un caso más que obliga a que en
las filas de la Policía Nacional haya una dinámica para cambiar viejos patrones
de conducta.
Se impone que
los agentes policiales de ahora -y las nuevas generaciones de éstos- siempre
tengan presente la dinámica de los tiempos, lo que deja bien en claro que la
época del ‘conchoprimismo’ quedó sepultada, y que ahora son otras las
condiciones de convivencia entre la ciudadanía.