<b>La decisión de la presidenta de la República Federativa de Brasil,Dilma Rousseff, de suspender su visita oficial a Estados Unidos, en respuesta al espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), es una valiente medida que refleja los niveles de autonomía experimentado por algunos países latinoamericanos con respecto a la política exterior de Washington.</b>
Estamos en consecuencia ante la presencia de una realidad política y diplomática que contrasta con la total sumisión que por décadas mantuvo América Latina, y especialmente las naciones más empobrecidas de la región hacia Estados Unidos.
Rousseff adoptó la iniciativa de no acudir a la cita con su homólogo norteamericano,Barack Obama, después de que se publicaron informaciones en la prensa brasileña, que ella y la petrolera Petrobras habían sido víctimas de espionaje por parte de ese organismo.
¿Cuál es el mensaje político que proyecta la firme posición del Gobierno de Brasil frente al espionaje patrocinado por la actual administración de Obama?.
Primeramente, que las autoridades brasileñas rechazan firmemente esas acciones y que no quedaron satisfechas con las explicaciones que el propio presidente norteamericano dio a Rousseff ensu conversación telefónica la semana pasada.
Asumiendo una postura de dignidad que merece la solidaridad de todos los latinoamericanos, la mandataria brasileña declinó el viaje que tenía programado para el 23 de octubre, insatisfecha con las explicaciones dadas hasta ahora por Washington sobre el espionaje a sus comunicaciones, las de sus asesores y a la estatal petrolera Petrobras.
"Teniendo en cuenta la proximidad de la programada visita de Estado a Washington -y en ausencia de una investigación de lo ocurrido, con las correspondientes explicaciones y compromiso de cesar la interceptación- no están dadas las condiciones para la realización de la visita", precisó una nota oficial de la Presidencia de Brasil.
Aunque la diplomacia que ha venido jugando su rol ha tratado de minimizar los efectos de ese impasse entre la potencia del norte y el gigante del cono sur, no caben dudas de que los brasileños se han sentido notoriamente molestos con la política de espionaje aplicada por el gobierno estadounidense.
Sólo hay que dar una mirada al despliegue de las estructuras mediáticas de Brasil para comprobarlo.
El propio comunicado oficial de la Presidencia de Brasil, expone claramente que las autoridades de esa nación así como sus conciudadanos aguardan por una respuesta satisfactoria que por lo menos permita resarcir en algo la ofensa que ha significado el espionaje de Estados Unidos y que gracias al ex agente de la Central de Inteligencia Americana (CIA),Edward Snowden, se han podido conocer algunos detalles.
En segundo lugar, hay que recordar que muchos países latinoamericanos dejaron de ser simplemente “patios traseros” de Estados Unidos, como ocurrió mayormente durante los gobiernos dictatoriales y en algunos de corte democrático establecidos en la región en las décadas de los sesenta, setenta y ochenta y que ya se impone un nuevo estilo en las relaciones políticas basado en la colaboración y respeto mutuo.
Tanto Brasil, Argentina, Uruguay, Ecuador, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, vienen demostrando que tienen criterios diferentes respectos a las decisiones adoptadas por Washington en sus relaciones con América Latina.
Incluso la mayoría de esos países ha orientado su política bilateral y comercial hacia la República Popular de China, donde actualmente se encuentra en visita oficial el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
El presidente Obama hizo un esfuerzo por apaciguar el nivel de ira de su colegaRousseff, cuando ambos se encontraron en la cumbre del G-20, realizada recientemente en Rusia, sin alcanzar éxito.
El espionaje a Rousseff y al mandatario mexicano Enrique Peña Nieto fue revelado unos días antes por informes filtrados por el ex espía Edward Snowden. En cuanto se publicaron, la mandataria brasileña convocó a su gabinete en forma urgente. En seguida fue llamado el embajador en Estados Unidos y canceló el viaje de una delegación que iba a preparar su visita de Estado a Washington.
En solidaridad con la gobernante de Brasil, el también ex presidente de ese país, Luiz Ignacio Lula Da Silva, dijo que los Estados Unidos “no fueron elegidos para actuar como sheriff del mundo” y los estadounidenses “pasaron el límite del respeto a la soberanía de los países”.
La administración de Obama tendrá que emplearse a fondo para recuperar el progresivo deterioro que se advierte en su tratamiento hacia los países latinoamericanos, porque hoy más que nunca Estados Unidos sí necesita de esta región ante un cuadro económico mundial tan complejo y diverso.
Nadie discute la preponderancia que viene adquiriendo China hacia América Latina, a partir del momento en que ha venido introduciendo enormes inversiones industriales, tecnológicas y comerciales en Brasil, Venezuela, Ecuador, Costa Rica y Argentina.
Precisamente, el presidente venezolano Nicolás Maduro acaba de suscribir una veintena de acuerdos de cooperación con las autoridades de Beijing, entre los cuales se encuentran, la construcción de una moderna refinería de petróleo asociada con el Banco Industrial y Comercial de China (ICBC); la Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC) y el Banco de Desarrollo de China (BDC). El paquete incluye un monto de financiamientos de doce mil 515 millones de dólares, según se informó.
El demócrata y premio nobel de la paz, Barack Obama, está en el deber de darle una explicación convincente a las autoridades de Brasil sobre el por qué del espionaje a la presidenta de esa gran nación,Dilma Rousseff, quien en la década del setenta era considerada como la "Juana de Arco de la guerrilla",por su activa militancia guerrillera en Sao Paulo y Río de Janeiro, impulsando la lucha contra la férrea dictadura militar que cercenó las libertades públicas y democráticas por casi tres décadas.
De lo contrario, dudo que pueda volverse a normalizar las relaciones diplomáticas y comerciales entre Brasil y Estados Unidos. Al final, los brasileños no dependen económicamente hablando de las medidas financieras que adopte el “Tío Sam” porque para ello tienen a un aliado de la dimensión de la República Popular de China, que se convertirá en la principal potencia económica e industrial del mundo para el 2036, de acuerdo a los pronósticos de diferentes organismos financieros mundiales.
Es parte de la nueva realidad de América Latina y las autoridades estadounidenses deberían así entenderlo, dejando de un lado su tradicional orgullo y aplicar el pragmatismo que por años enarbolóCharles Peirce, a quienWilliam James, reconociócomo el fundador de la corriente filosófica del pragmatismo en Estados Unidos, concretamente en Nueva York, un 11 de enero de 1842.