El crecimiento desbordante de las actividades informales en
la economía dominicana preocupa a las autoridades monetarias, porque implica
menos impuestos para el fisco, y a los empresarios y al comercio en sentido
general, por el impacto que tiene en las ventas de productos y servicios.
Se estima que la economía informal equivale al 50% del
Producto Interno Bruto nominal, que produce alrededor de RD$904,854 millones y
según el Banco Central, el 56% de la fuerza laboral se desempeña en la
informalidad.
Para el comercio, las actividades informales constituyen una
competencia desleal, ya que debido a su condición de informalidad, no tiene que
pagar impuestos ni las cargas que implica ser un negocio debidamente registrado
en la Tesorería de la Seguridad Social. Además, el negocio informal no tiene
que cargar, en ocasiones, con la tarifa eléctrica y con el costo adicional de
tener empleados y otras condiciones.
El sueño del fisco y de la propia Tesorería de la Seguridad
Social es poder formalizar esa gran cantidad de negocios informales que se
esparcen como verdolaga por toda la geografía nacional. Primero por un problema
de ingresos y segundo, por los riesgos que implica tener esa legión de
trabajadores sin ninguna o escasa protección.
¿Dónde radica ese crecimiento de la actividad informal en la
economía dominicana?
La especulación y la carestía de los productos y servicios
tienen mucho que ver con esta explosión de negocios informales, que el comercio
y los empresarios justifican en las cargas impositivas.
Recientemente dueños de negocios de las inmediaciones de la
avenida Duarte y la José Martí protestaron contra comerciantes chinos, a
quienes acusan de no pagar impuestos, no tener registrados sus empleados en la
seguridad social y no pagarle salarios dignos a sus trabajadores.
Para esos comerciantes criollos, los chinos hacen una
competencia desleal por esos supuestos privilegios, que lo ubicarían en el
comercio informal.
Pero el meollo del asunto radica en que los negocios de los
chinos venden mucho más barato, y como es natural, atraen a los consumidores.
Los chinos parten de la teoría, en todos los negocios en que incursionan, de
vender más barato para vender más, y por
ende ganar más.
La Organización Nacional de Empresas Comerciales llegó a
atribuir a la informalidad las caídas de las ventas de entre un 5% y un 15% en
los primeros meses del año.
El presidente de la Cervecería Nacional Dominicana, en una
visita que giró al presidente Danilo Medina,
se quejaba de una reducción significativa de las ventas de sus
productos, pero como es natural no lo pudo atribuir al comercio informal, sino
a las políticas macroeconómicas restrictivas aplicadas por el Gobierno.
Tal vez en el caso de la Cervecería Nacional Dominicana como
en otros negocios se debería aplicar la
teoría china de vender más barato para vender más, y así la gente consumirá más
productos y servicios y dejaríamos de estarnos quejando de la situación
económica.
Resulta casi imposible para una persona que gane el sueldo
mínimo, por ejemplo, desayunar en uno de los supermercados de la capital que
ofrecen esa opción, lo que ha provocado el surgimiento de negocios de comida en
todas las equinas de la ciudad o puestos de ventas de frutas.
Recientemente acudí a uno de esos supermercados y tuve que
pagar $20 por un guineo verde salcochado y $50 por trozo de queso hornead ¡70
pesos por un magro desayuno!
La informalidad también ha irrumpido el área del espectáculo
y la diversión, por las mismas razones de carestía y especulación. Ahora
cualquiera con un sintetizador o un buen equipo y pistas musicales ofrece una
fiesta a muy, pero a muy bajo costo. Es casi imposible contratar a una orquesta
merenguera debido a las tarifas prohibitivas que cobran.
Tal vez ha llegado la hora de sincerar los precios a todos
los niveles, porque no se compadecen con el poder adquisitivo de los
consumidores.