<b>Santo Domingo, 31 de julio de 2013.- La dinámica de las relaciones comerciales de la República Dominicana con los Estados Unidos, su principal socio comercial, obliga a tomar en cuenta la recomposición de los principales mercados, marcada por nuevos acuerdos bilaterales y regionales y por la emergencia de nuevos competidores.</b>
De este marco partió el embajador dominicano en Washington, Aníbal de Castro, orador invitado de este miércoles del almuerzo mensual de la Cámara Americana de Comercio (AMCHARD), para explicar la agenda comercial y política del país respecto a los Estados Unidos que, a decir del diplomático, parte del punto clave del respeto mutuo y del derecho al disenso.
“No hay espacio ya para ciertas actitudes condescendientes del pasado. La conversación debe, en cambio, reflejar fielmente la madurez de nuestro país y, por ende, de la relación”, apuntó De Castro.
Aunque participante en dos esquemas comerciales relevantes, con Europa y los propios Estados Unidos, añadió a seguidas, la República Dominicana enfrenta el reto del acceso a los principales mercados en un contexto en el que se avizoran nuevas asociaciones gestionadas por Washington.
De Castro desbrozó a seguidas los actuales acuerdos en la agenda de Washington, incluido el tratado de libre comercio Transpacífico de Asociación Económica (TPP) –del que participan México, Perú y Chile— que engloba a los responsables del 40 por ciento del comercio mundial.
Otro es el acuerdo de la Zona de Libre Comercio Transatlántica (TTIP), integrado por los responsables de un tercio de la producción total de bienes y servicios globales.
“Estos TLC incrementarán la necesidad de abastecimiento de los proveedores de terceros países, y por lo tanto también a las exportaciones de esos países, esto coloca al país en una posición ventajosa, ya que se tiene TLC con ambos mercados”, observó.
Aclaró que el objetivo sería exportar sobre la base de una norma única, lo que pudiera ser potenciado si se materializa la propuesta legislativa (“bill”) del Comité de Finanzas estadounidense que vendría a vincular los TLC del continente americano.
“Los EEUU también promueven un Acuerdo Multilateral de Servicios con un grupo de 46 países, muchos de los cuales poseen arreglos comerciales con la República Dominicana. El interés es expandir las disciplinas contenidas en el Acuerdo General para el Comercio de Servicios (AGCS) de la OMC, y dotar a los proveedores de una herramienta para contender en igualdad de condiciones sobre la base de la calidad de los servicios, en lugar de la nacionalidad”, apuntó De Castro.
Haciendo notar, empero, que el país no participa del TPP ni de otras nuevas iniciativas comerciales norteamericanas en América Latina, el diplomático planteó la necesidad de una “reconsideración a fondo” de las políticas comercial y exterior dominicanas.
Según De Castro, el país enfrenta el desafío de evitar la erosión de las preferencias comerciales que provocaría una eventual flexibilización estadounidense de sus políticas proteccionistas en áreas como los lácteos, azúcar, textiles y calzado; así como evitar la exclusión de la llamada “cadena global de mercancías”.
“Culminada la negociación del TPP”, añade, “se asume que los costos comerciales entre Asia y Latinoamérica se reducirían considerablemente, con lo cual surgiría una nueva ruta comercial en la cadena de suministro y manufactura que coloca a la República Dominicana en una posición de desventaja, incluso frente a los demás países del DR-CAFTA, los cuales por su ubicación geográfica pudieran unirse a las iniciativas comerciales en la región del Pacífico”.
Papel de la embajada
Ante este panorama, la Embajada dominicana en Washington desarrolla una agenda que prioriza la salvaguardia de los intereses comerciales, si bien incluye otros aspectos atinentes a lo político, social y cultural.
Entre las gestiones de la sede diplomática, De Castro mencionó la realizada junto al sector textil local y sus pares centroamericanos, para comunicar al Congreso norteamericano la preocupación que suscita el curso del TPP.
El objetivo es evitar, dijo, que la Casa Blanca negocie reglas que pongan en desventaja al sector textil frente a los países asiáticos incluidos en el acuerdo. Hasta ahora, las gestiones cuentan con el apoyo de 169 congresistas.
De Castro mencionó también como buena noticia la propuesta fiscal auspiciada por los senadores Robert Menéndez, Marcos Rubio y Bill Nelson tendente a desmontar el subsidio a la industria ronera de Puerto Rico e Islas Vírgenes y la limitación de la asistencia gubernamental a los inversionistas.
Por otro lado, el diplomático resaltó la relevancia de la asociación entre los sectores público y privado en áreas claves como la educación y la seguridad ciudadana, determinantes para la economía.
Respecto a la primera, informó de las gestiones de la Embajada para aprovechar al máximo el programa de becas “La Fuerza de 100 mil en las Américas”, auspiciado por Obama; en cuanto a la segunda, detalló los trabajos de recolección de información sobre repatriados tras el cumplimiento de condenas penales y la propuesta de que los Estados Unidos asuman parte de los costos de los programas de reinserción.
Como colofón, se refirió brevemente a la “percepción errada” sostenida en el exterior sobre el trato que recibe la migración ilegal haitiana.
“Sin obviar, por supuesto, consideraciones universales como es el respeto a los derechos y la dignidad humanos, solo los dominicanos, como parte de la realidad de un país soberano e independiente, estamos llamados a decidir quiénes y cómo viven en nuestro territorio”, concluyó De Castro sobre el tema.