La Republica Dominicana, es centro de admisión de múltiples productos de
manufacturación extranjera, que
son mercadeados en
territorio nacional provenientes
de países com
China, Taiwán y Estados
Unidos, entre otros.
Que ven en el
nuestro, uno de
los mercados con
mayor potencial para la
colocación de cientos de artículos, con
un alto componente de material reciclado.
El plástico por
ejemplo, es un
polímero altamente comercializable, cuyo
componente principal de manufacturación no
es bio degradable; por
lo que permite
su almacenamiento y
posterior reciclaje, hasta
su conversión en materia prima
para otros productos
de similar composición.
También están
aquellos, en cuya
composición está presente
el residuo biológico de
material orgánico; que luego de
un tratamiento de reciclado a
través de un proceso
de clasificación, es
convertido en materia
prima para su
uso en diferentes
áreas del aparato
productivo nacional. Por lo
que se constituye
en uno de
los procesos de industrialización, de
mayor campo para la
oferta y la
demande del mercado.
La conversión en
materia prima, de los desechos sólidos
extraídos a partir de un componente orgánico, y
que luego es
utilizado en una
diversidad de formas
que sirven de
soporte al proceso
productivo nacional; es
la mayor muestra
del potencial económico
que desperdicia el
país, y constituye
una de las
principales fuente de
ingresos de las naciones
donde tiene su
origen esa manufacturación.
En la actualidad existen
ciudades, en dónde incluso la
excreta de las personas, y
de los animales, sirve
de componente base
para la extracción
de un biogás;
que luego de un proceso de industrialización a bajo
costo,
permite la conversión
de estos desechos, en un componente
para la cocción de los alimentos.
En Taiwán por
ejemplo, existen compañías
que semanalmente despachan
flotillas de camiones recolectores
de todo tipo de desechos sólidos; en un
proceso en donde las personas, contraen
compromisos formales para la
venta de la basura que periódicamente
acumulan en sus
hogares.
Ajustados a un proceso,
que les permite la clasificación, embalaje y pesaje
de la basura, y que posteriormente
es transportada a una planta de
procesamiento; en donde
es convertida en una
diversidad de productos orgánicos, para
la comercialización en el
mercado local y
extranjero.
Todo esto ocurre mientras en el
país, vemos el gran potencial que se nos
va de las manos sin ni
siquiera inmutarnos; sin darnos
cuenta, que existe tanto
potencial en eso que consideramos
basura.
La sociedad
dominicana, es alta consumidora de
productos envasados en material desechable.
Nuestro mercado local, es
un importante comprador de insumos
para el uso industrial y agrícola; pero la
gente no cuenta
con una debida
orientación, sobre el valor real
que envuelve el proceso
de manufacturación de esos productos.
Esto sumado a que no
existen políticas claras de mercado, que orienten a los consumidores sobre la importancia
que
reviste, el convertirse en un componente
de la cadena
de retorno económico
a su inversión.
No existe una
visión empresarial,
que nos despierte el interés
por el comercio,
a través del reciclaje
y
otros medios
de producción.
En china, las terrazas
son utilizadas como huertos
para hortalizas,
y
las azoteas de las casas son convertidas
en plantaciones de distintos
rublos; sin
embargo en nuestro país, a los patios de las casas se
les pone
cemento, para no permitir
que la tierra se
nos meta a la sala.
Vivimos en
una sociedad, en donde
la riqueza se posa
en nuestras narices, y no somos capaces
de
aprovecharla.
Vivimos en un mundo
cada vez más
abierto, en donde la tecnología, factor
fundamental para el despegue
de las naciones, ya se comercializa
de manera universal.
La explotación de los desechos sólidos, orgánicos y no
orgánicos, a través de la implementación de tecnología
de bajo costo, ha constituido
uno de los principales
pilares
del
desarrollo económico de muchas sociedades del mundo.
Sin embargo, este es un país en
donde el ciudadano, desperdicia el potencial
económico que se encuentra en
ese componente. Pero además, somos tan ciegos
que no solo
desaprovechamos ese potencial,
también pagamos para que se lo
lleven.