<b>La explotación de
menores se ha convertido en una práctica odiosa en el país que deja buenos
beneficios a quienes se dedican a esa inhumana costumbre. Las calles están llenas
de niños haitianos mendigando en las principales avenidas de la capital y en
algunas provincias.</b>
Mujeres con niños
cargados en los bazos, mal vestidos, hambrientos y sucios se confunden con las
manos extendidas entre los vehículos varados en las esquinas a la espera del
cambio de luz verde de los semáforos.
Estas deprimentes
acciones, son observadas por el
ciudadano como algo normal y algunos hasta se confabulan entregando monedas en
un acto de desprendimiento que muchas veces raya en la hipocresía.
Se ha determinado que
los niños utilizados para mendigar son traídos desde Haití por una red de
traficantes de personas. Aquí son recibidos y alojados en lugares estratégicos
para alquilarlos como si se tratara de vehículos, vestidos de bodas o cualquier
utilidad de valor para momentos especiales.
Esos niños y
adolescentes también son utilizados para el gran negocio de la mendicidad por
traficantes dominicanos, de manera que el asunto es más grave de lo que se
piensa.
Es decir, en el
trasiego de personas hay involucrados haitianos y dominicanos. A través de la
franja fronteriza con Haití penetran a diario hacia el territorio nacional
cientos de extranjeros que toman al país como puente para desde aquí pasar a
otras naciones.
En el caso nuestro, es
sabido que los haitianos son transportados hacia la capital y otras provincias
por conductores criollos para luego abandonarlos en puntos estratégicos del
país.
Recientemente, este
servidor transitaba por la avenida Núñez de Cáceres en dirección sur-norte y al
llegar a la avenida Bolívar vi dos autobuses de los denominados “voladoras”
llenos de haitianos de ambos sexos, incluyendo niños. Los pasajeros abandonaron
el vehículo con mucha prisa y cuando el vehículo estaba vacío, los conductores
iniciaron la marcha y desaparecieron velozmente del lugar. Los extranjeros
fueron recibidos por otros compatriotas que los estaban aguardando en carros y
camionetas.
Sin dudas, había una
conexión entre los choferes de los autobuses y miembros de una red que opera en
el país. Hay denuncias de que los transportistas de esas “voladoras” sobornan a
los militares de servicio en los puestos de vigilancia situados en las
carreteras para permitir la continuación del viaje. Esa es la razón de por qué
los haitianos ilegales penetran con facilidad a la República Dominicana e
incluso retornan a su patria y luego vuelven sin problema.
Como podemos ver, se
trata de una situación que habrá de enfrentarse con la misma vara y ese será el
papel que le toca cumplir la Dirección General de Migración y la Procuraduría
General de la República.
Procuraduría general de
la República Dominicana declaró que
trabajarán sin descanso hasta erradicar definitivamente la trata de niños y
adolescentes, frecuentemente obligados a pedir en las calles del país.
El titular de esta
dependencia, Francisco Domínguez Brito, dijo en un comunicado en el país que
"no se permitirán niños niñas y adolescentes, de ninguna nacionalidad, mendigando
en las calles del país víctimas de redes organizadas de trata de personas,
mientras sus explotadores se benefician con este delito".
No dudo de las palabras
y la acción de mi entrañable amigo Francisco Domínguez Brito, quien deberá
entregarse a fondo para desarticular la complicidad de choferes de rutas
interurbanas y algunos militares, malos dominicanos, que por cheles ponen en
riesgo la soberanía del país al permitir la entrada de extranjeros ilegales. Lo
propio debe hacerse con respecto a los traficantes de niños y adolescentes.
Ya es tiempo de
enfrentar con firmeza a esas basuras humanas nuestras que ponen en dificultad
al país con sus malas acciones.