La Habana (PL) Las recientes elecciones en Montenegro lo dejaron como un
país demasiado pequeño para un solo presidente, en medio del
desconocimiento por el opositor Miodrag Lekic de la victoria en las
urnas del actual jefe de Estado, Filip Vujanovic. <br>
Los resultados de los comicios del domingo 7 de abril favorecieron a
Vujanovic, quien por tercera ocasión ocupa el sillón presidencial por
otros cinco años, en un tema que fue uno de los más polémicos durante la
campaña electoral.
Sin embargo, para esta nación de apenas 680 mil personas, un jefe de
Estado no parece bastar, pues Lekic, el único candidato opositor, se
proclamó vencedor apenas sin conocerse los resultados definitivos y
continuó en ese empeño aún después que se le dio por perdedor.
La república atestada de montañas con un extremo margen en el Adriático
está sumida en una grave crisis económica, en medio de un desempleo que
afecta al 20 por ciento de su población, mientras la deuda externa
supera el 55 por ciento de su Producto Interno Bruto.
Vujanovic, del Partido Democrático de los Socialistas, busca llevar al
país a reformas económicas de ajuste similares a las aplicadas en otras
naciones europeas en problemas como Grecia, Portugal, España o Chipre.
A diferencia de otros estados europeos en crisis, Montenegro aplica por
sí misma las medidas de ajuste, con la promesa de los políticos de que
ello ayudará a un buen tránsito por las negociaciones de adhesión a la
Unión Europea (UE).
Precisamente, la separación en 2006 de Montenegro del estado que formaba
de conjunto con Serbia hacía apenas tres años, estuvo muy relacionado
con las intenciones de Pergorica de adherirse a la UE y la Organización
del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Sin embargo, la presencia de solo dos candidatos en las elecciones
presidenciales y la negativa de Lekic a reconocer los resultados abren
un compás de espera en una diminuta nación que aunque con historia
propia avanza con dificultad en Europa.
ANTECEDENTES EN LA TIERRA DE LAS MONTAÑAS
Pero la historia de la pequeña Montenegro, al menos hasta donde se
conozca, se remonta a la época de Justiniano, del imperio Bizantino, que
se apoderó de esa región y la pobló con esclavos, y hasta el siglo X se
denominó Dioclea.
Luego estuvo hasta 1516 bajo tutela de Austria y más tarde bajo la
dirección de un ruso, Pedro III, hasta que murió en 1773 y luego fue
comandada por Pedro I hasta el último regente, Nicolás, de 1860 a 1918,
cuando se crea Yugoslavia.
Durante la II Guerra Mundial, fue ocupada un tiempo por los fascistas
italianos que por un año la proclamaron un estado independiente. Al
concluir la conflagración, se creó la República Socialista de Montenegro
dentro de la Federación Yugoslava.
Durante la desintegración de Yugoslavia en la década de 1990, Montenegro
participó junto a Serbia en la lucha contra el separatismo de Croacia y
Bosnia-Herzegovina y en 2003 constituyó un estado con Serbia.
Luego de un referendo sobre la independencia, favorecido por el 55 por
ciento de los votos, Montenegro proclamó la formación de un estado
soberano el 3 de junio de 2006.
LA POLÉMICA
La situación se tornó tensa luego de estos comicios, pues aunque la
mayoría de las encuestas previas le daba al jefe de Estado una victoria
con 55 por ciento de los votos, el resultado con el que se proclamó
vencedor fue de 51,3.
Su opositor desconoció la victoria de Vujanovic y consideró que se
trataba de un golpe de Estado, pues él aseguraba que acumuló 50,6
puntos, aunque la comisión electoral reconoció que solo llegó a 48,79
por ciento.
Pero los reclamos del Lekic, un ex ministro del Exterior, apoyado por el
Frente Democrático (FD), se reprodujeron en protestas de unas 10 mil
personas para demandar una revisión de los comicios e impugnar sus
resultados.
La UE advirtió como necesaria una salida legal a tal situación, sin
existir peligro de inestabilidad en una nación que desde junio del
pasado año se aplica para ser un nuevo miembro del bloque comunitario.
Sin embargo, la entidad regional puso como una de las condiciones para
la entrada al grupo de los 27 una lucha implacable contra la corrupción,
un flagelo que afecta con fuerza a varios estados balcánicos.
Para el analista Milos Besis, con independencia de la derrota o no en
las urnas de Lekic, éste envió un claro mensaje de advertencia sobre el
poder ostentado hasta ahora por Vujanovic, un político que asumió la
presidencia por primera vez en 2003.
Besis se refiere en particular a los resultados de comicios anteriores,
en los cuales Vujanovic prácticamente se enfrentó a sí mismo y, sin
embargo, ahora comparte casi a la mitad los votos con Lekic.
En los comicios de enero último, el gobernante Partido Democrático de los
Socialistas obtuvo 40 por ciento de los votos y garantizó una mayoría
junto al Partido Socialista Popular (SPD), en el Parlamento y poder
formar gobierno, dirigido por Milo Djukanovic.
La silla presidencial tiene en Montenegro un carácter simbólico
importante, pues las verdaderas funciones ejecutivas las ejerce el
primer ministro.
Pero, el resultado obtenido por el candidato opositor puede causar mayor
división aún entre la población del diminuto estado y ahondar más las
condiciones de la crisis en esta nación europea, considera el analista
montenegrino Svetozar Javicevic.
En ese sentido obra la amenaza de la bancada del Frente Democrático, que
contó con el 20 por ciento de los votos en los comicios de octubre
pasado, de boicotear el trabajo de comisiones parlamentarias como
protesta por el resultado electoral.
De cualquier forma, los 10 mil participantes en manifestaciones, sobre
todo, en las ciudades de Porgorica, Bas y Niksic, demostraron el poder
de convocatoria del dirigente opositor.
Llamó mucho la atención que el SPD, con 10 puntos en las más recientes legislativas, rechazara un tercer mandato de Vujanovic.
De cualquier forma, Montenegro camina cuesta arriba para salir de la
crisis económica y cumplir con las exigencias de la UE de combate a la
corrupción, en medio de la inestabilidad política creada por el
resultado de las presidenciales.
*Jefe de la redacción Europa de Prensa Latina.
arb/To