Nuestra querida Universidad Autónoma de Santo Domingo
(UASD), primada de América, desde el logro de su autonomía en la década de los años
sesenta (60) hasta hoy día, ha vivido momentos de altas y bajas. Tanto en el
plano social como en lo económico, en lo profesoral como en lo estudiantil. Pero
es en estos precisos momentos cuando su masa estudiantil se encuentra en su
máxima decadencia moral.
Entre los años sesenta (60) y los setenta (70) era
justificado cualquier llamado a huelga, por parte de los estudiantes, para
exigir reivindicaciones, ya que habíamos salido de una dictadura (la de
Trujillo) y caíamos en una post dictadura (los doce (12) años de Balaguer),
pero en estos tiempos democráticos es inconcebible, irracional e injustificados.
Aunque están en su pleno derecho de hacerlo.
La muerte del coronel de la policía nacional, Julián
Suarez Cordero, fue la gota que colmó el vaso de las acciones de estos grupos
que podríamos llamar los incontrolables. Pero si en su momento las autoridades Uasdiana
hubieran prestado un poco más de atención a las acciones de estos, hoy día no
hubiera una esposa viuda, hijos huérfanos y una familia entera destrozada.
Siempre he planteado que los grupos estudiantiles en
esta alta casa de estudio tienen mucho poder y pocas responsabilidades. Este exceso
democrático les permite actual como auténticos vándalos y no como estudiantes,
ya que no saben aprovechar estos beneficios y solo lo usan para hacerse más vagos.
Con excesiones.
Si las autoridades desde un principio hubieran
incluido dentro de su programa de modernización la eliminación de algunos
grupos estudiantiles, considerados radicales y peligrosos para la estabilidad
social de nuestra universidad estatal, hoy día, este hechos lamentable no hubiera
ocurrido, pero de contrario tardes que temprano se volverán a repetir.
Todavía no logro entender cómo es posible que se hayan
alejado de los objetivos para lo que fueron creados, es decir, la de ser
estudiantes ejemplo. En estos precisos momentos todavía hay dirigentes
estudiantiles con más de diez (10) años matriculados y ni siquiera tienen
Veinte (20) materias cursadas.
La tolerancia y la flexibilidad con que las
autoridades manejan estos grupo se debe a que la alta casa de estudio parece
más la casa nacional de todos los partidos políticos que una casa de estudio.
Esta falta de moral y disciplina cívica se debe a que
quienes eligen al rector son los claustro, tanto el mayor como el claustro
menor, y los grupo estudiantiles están dentro del claustro mayor lo que le
permite al rector aspirante a congraciarse con ellos y así obtener el beneficio
del voto. Sin importar si cursan y aprueban las materias de su pensum o no.
Tan bajo han caído estos grupos que alegan ignorancia
al decir que se les violan sus derechos al ser desalojados de los locales que ocupan,
hago referencia al grupo estudiantil Uasdiano FELABEL, soy de opinión que no
solo deberían ser desalojados sino que su presidente y su secretario de
organización sean sometidos a la justicia, ya que nadie esconde nada sin la
previa autorización de estos, y me refiero a la pistola encontrada en ese local.
Estos grupos que se hacen llamar estudiantes, pero que
realmente no lo son, no solo agreden a policías llamados a mantener el orden público,
también los he visto agredir a sus propias autoridades. Lo digo porque a la experiencia
me remito cuando en el año de mi ingreso
en la UASD 1993 el entonces rector Dr. Roberto Santana Sánchez, junto al entonces
presidente de la Federación Dominicana de Estudiante, Manuel Crespo, escenificaron
en mi presencia, un enfrentamiento de mal gusto tanto verbal como físico.
Por otra parte hay quienes han opinado que el Jefe de
la policía nacional, mayor general José Armando Polanco Gómez, no debió
expresarse de esa manera. No justifico esas expresiones, ya que no es la forma
idónea expresarse de un jefe de policía pero
me parece que en vez de juzgarlo deberíamos intentar comprenderlo.
Por tanto es dominio público que una madre o un padre
cuando le matan a un hijo entre llanto vocifera cuantas barbaridades les llegan
a la boca. Y para el jefe de la policía un policía muerto es un hijo muerto. Hago
énfasis en el tema porque me toco ser estudiante uasdiano y policía a la vez.
El
Autor: Dr. Misael Pérez Montero.
Periodista, Politólogo, Dirigente
barrial, y presidente del P.L.D en País Vasco.