Ningún país de América Latina ha sido tan flagelado por la violencia extrema como Colombia, que fue el eje de la campaña libertaria del general Simón Bolivar.
La violencia en Colombia viene de lejos y está carácterizada por eventos politicos que nunca encontraron solución adecuada. Ha sido una violencia intensa, extensa y diversa.
Tradicionalmente Colombia ha sido gobernada por regímenes controlados por los Conservadores y el partido Liberal, pero últimamente se ha dado el caso de Alvaro Uribe y Juan Manuel Santos (el actual presidente), quienes ganaron con un nuevo partido, el de la U, formado con desprendimientos de liberales y conservadores.
La violencia en Colombia -en mayor o menor grado- siempre ha existido, pero desde el 1948 –cuando fue asesinado Jorge Eliécer Gaitán- el fenómeno se descontroló y pese a la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla (1952-57), la violencia nunca ha sido erradicada del país.
Luego de Rojas Pinilla -quien vivió en este país exiliado- vino un proceso que apuntaba a reconciliar a las fuerzas políticas locales e incluso se adoptó el llamado plan de Benidorm entre conservadores y liberales -inspirado por el respetado presidente Alberto Lleras Camargo- en el que se dividían el gobierno cada cuatro años los liberales y los conservadores durante 16 años, pero tal esfuerzo no detuvo la violencia.
A principios de los años de 1960 el bloque sur y el bloque norte de la guerrilla que había nacido como cosecuencia del llamado “bogotazo”, tras la muerte de Jorge Eliécer Gaitán, la violencia nunca bajó de intensidad y se llegó hasta la creación de la República Socialista de Marquetalia -en zonas aisladas- constituída como una comuna marxista en el suroeste del país en la region del Huila, lugares que no patrullaba el Ejército.
De ese fenómeno nació la integración de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), cuando se integran el bloque sur y el bloque norte de la guerrilla comunista.
Esa guerilla tuvo tanto auge en su momento que prácticamente tenía cercada la ciudad de Bogotá y otro grupo, como el M-19, independiente de las FARC, llegó a ocupar la embajada dominicana en momentos en que se celebraba la Independencia Nacional y mantuvo más de dos meses ocupada esa sede.
Ese mismo Grupo M-19 ocupó a sangre y fuego el edificio de la Suprema Corte de Justicia -durante el gobierno del presidente Belisario Betancur- y todos los miembros del poder judicial fueron asesinados, registrándose una matanza atormentadora que incluyó a los propios líderes rebeldes. El M-19 hizo las paces y ahora es una organizaación legal logrando no solo por lo menos una senaduría, sino actualmente la alcaldía de Bogotá.
Violencia del Narco
Como si la violencia de carácter política no fuera suficiente, emergió con ímpetu y sin cuartel la llamada violencia del narcotráfico que estremeció al país hasta sus cimientos.
Es la llamada violencia del megatraficante de drogas Pablo Escovar Gaviria, que produjo no solo secuestros significativos, sino el asesinato de un popular candidato pesidencial, del ministro de Justicia de entonces y la implementación de secuestros a personalidades. Todo ese esfuerzo estaba dirigido a evitar la entrega del propio Escovar Gaviria y otros, a la justicia norteamericana.
Violencia Paramilitares
Si el auge de la guerrilla y los capos de la droga ya eran gravess a estas se le agregó la de la llamada (AUG), o sea, los Paramilitares organizados por propietarios de grandes haciendas y altos jefes militares para combatir la guerrilla que parecía incontrolable en un momento dado, frente a la inercia de las Fuerzas Armadas.
Imagínese usted que en la vía de Santo Domingo-Santiago se instalara un retén de la guerrilla al salir de Bonao y se trataba de guerrilleros con “laptop” con acceso a los bancos y al quitarle su tarjeta de crédito la guerrilla le confiscaba sus fondos en el Banco con una simple transferencia. El código personal se lo exigían al asaltado.
Debe hacerse la salvedad de que las distancias de las carreteras en Colombia son significativamente más extensas que las nuestras.
Para dar una idea a los lectores es bueno señalar que Colombia tiene un millón cien mil kilómetros cuadrados y nosotros solo tenemos 48,440 kilómetros cuadrados. Este país cabe con holgura en la zona despejada por el gobierno de Carlos Pastrana (1988-2002) a favor de la guerrilla cuando se quiso negociar la paz que fue de 200 mil kilómetros cuadrados en el llamado Caguán.
Guerrilla ELN
El otro flagelo que sufre Colombia el llamado Ejército de Liberación Nacional (ELN), menos numeroso que las FARC, pero se dice que es muy organizado; es el heredero de la guerrilla del sacerdote Camilo Torres muerto en un combate con el Ejército regular en los años ’60.
Imagínese usted el esfuerzo de orden público, policial y militar que implica al Estado para combatir toda esa delincuencia.
El impuesto a la Guerra, logrado por el gobierno de Alvaro Uribe y la asistencia financiera norteamericana negociada por el presidente Andrés Pastrana con el gobierno de Bill Clinton, han sido los recursos utilizados por el gobierno colombiano para combatir lo que se podría definir como “violencia y delincuencia” por todo el país.
Considere usted una reflexión simple lo que le ha costado a Colombia la violencia y, pese a ello, ha podido superar una serie de escollos financiero y avanzar socialmente al nivel de cualquier otro país latinoamericano, pero si ese hermoso, educado y trabajador país pudiera superar el infinito trauma de la viciosa violencia que atraviesa, su crecimiento económico superaría con creces a cualquier otro país latinoamericano.
El relativo estancamiento colombiano es propiciado por no haber podido conciliar a los distintos sectores que desesperados por la frustación se remiten a la violencia.
Una vez que este inmenso país con más de 45 millones de habitantes pueda sobreponerse a la violencia, su desarrollo traspasaría los indicadores más optimistas que se manejan en Latinoamérica.
Esa sería la Colombia después de las FARC-ELN y cualquier otra traba que le impide explotar todo su potencial social, político y económico. Eliminando de paso las causas reales que provocan la rebeldía, especialmente la represion y la exclusion.
Por eso es impostergable y necesario negociar la paz, pese a la oposición del ex-presidente Alvaro Uribe Vélez, quien parece desear una Victoria militar sobre las FARC y ELN. Pero ese paso lleva 50 años intentándose y no se ha podido eliminar lo que implica que la negociación de la paz es la oportunidad de sosiego para todos los sectores de la sociedad colombiana.
Esa es la sincera esperanza de todo hombe de paz que conoce ese drama largo y doloroso.