<b>Santo Domingo, 19 mar (PL) Centros laborales, esquinas, negocios pequeños, calles, escuelas, parques… son testigos hoy de improvisadas peñas donde dominicanos, de diversas edades, hablan de béisbol con una pasión desbordaba.</b>
El desempeño de su selección nacional en el III Clásico Mundial tiene muy contentos a los habitantes de República Dominicana, quienes esperan la noche para el partido decisivo contra Puerto Rico.
Vamos a vencer otra vez a los boricuas y festejar en grande la corona, esta es nuestra reivindicación, aseguran desde niños hasta veteranos con una seguridad en grado superlativo.
Mientras llega el momento del crucial encuentro, el humor y los pronósticos van de la mano y no faltan las alusiones a la vida diaria mezcladas con la pelota, como llaman al béisbol en estas tierras.
Este es el poder del mangú (una comida a base de plátano verde), afirmaron en una piquera de taxis cerca del capitalino Parque Independencia para referirse al excelente juego de los dominicanos, con siete victorias sin fracasos en el evento.
Si el elenco de Quisqueya derrota hoy al de Puerto Rico sería el primero en ganar este tipo de lides surgidas en 2006 de manera invicta, lo cual concedería un valor adicional a la corona.
Japón, dos veces titular y ahora en la tercera posición, sufrió descalabros en su camino a la parte más alta del podio de premiaciones hace siete años y en 2009.
Mandamos a Holanda para su casa y le devolvimos la moneda del Clásico anterior, repetían vendedores de frutas en un puesto donde la naranja, color característico de los europeos, estaba muy bien pelada.
Anoche los dominicanos superaron 4-1 a los holandeses para acceder a la final, y de esa manera eliminar a sus victimarios de cuatro años atrás en la primera fase.
Según comentaristas y aficionados, ya es hora de que Dominicana sea el campeón de esta disciplina deportiva, que logra poner en el olvido las penas cotidianas y une más a las personas.
Esperemos entonces para ver si el poder del mangú puede contra la revelación boricua y Fernando Rodney, el estelar cerrador dominicano, para muchos el mejor del mundo en estos momentos, lanza su imaginaria flecha del triunfo.