En una sociedad decepcionada, crítica y muy informada,
la política democrática está cada vez más vigilada por los ciudadanos. Se está
produciendo un cambio radical en la comprensión y aceptación de una determinad
praxis en la gestión política e institucional.
Esos conceptos son del asesor en comunicación Anthony Gutiérrez-Rubí,
un talentoso profesional español que ha servido de asesor a grandes hombres de
esta época, incluyendo al presidente Barack Obama para asuntos
latinoamericanos.
Los gobernados hemos aprendido la lección de que deben
levantar sus voces de protesta para que la clase dominante, los que detentan el
poder, les resuelvan los problemas elementales que sirven de plataforma para
desarrollarse como personas: alimentación, educación, salud, transporte,
seguridad pública, derecho a expresarse libremente, y otros indicadores
socio-económicos.
En las protestas que se están ejecutando, antes y
después, de la aprobación de la reforma fiscal he visto muchas caras conocidas
que han vivido de las huelgas violentas, estrategia de carácter social que a
fin de cuenta termina mostrando el atuendo de la política para sacar ventajas a
las debilidades de los gobiernos.
En esta ocasión, la voz cantante la llevan los nuevos
símbolos políticos que se colocaron el traje de candidatos para participar en
las pasadas elecciones generales. Ellos encabezan las protestas, secundados por
los trasnochados y resentidos dirigentes de los partidos de largas datas. Sus
rostros aparecen en las fotos de los periódicos y en las imágenes de la
televisión con marcadas heridas, odio y la marca de la derrota. Son cadáveres
vivientes en extinción que han perdido la mitad de su vida luchando por llegar
al poder sin éxito.
Todavía quedan algunos reductos de la otrora izquierda
ardiente, revolucionaria y combatiente, que han perdido la batalla y la
oportunidad de liberar a la sociedad del yugo del capitalismo. En estos
momentos nada pueden aportar al desarrollo de la sociedad dominicana, pues se
han convertido en deshechos humanos que están viviendo los depósitos de su
existencia, mientras esperan por la muerte.
Ciertamente, como dice Anthony Gutiérrez-Rubí, de
quien aprendí muchas cosas sobre redes sociales cuando estuvo en República
Dominicana cuando nos hablo de la Comunicación Política, hace dos años, se está
realizando un cambio radical en la comprensión en la gestión política. Eso
tiene como relevancia que a las tropas reclamantes de otrora se han unido los
jóvenes, lo que hace más atractivo el tema.
En las manifestaciones frente al Congreso Nacional, al
Monumento de Santiago de los Caballeros, en la Puerta del Conde, en la capital,
observé a decenas de caras nuevas, de jóvenes ataviados con ropas del mismo
color que llevaban impregnados en sus pechos mensajes cuidadosamente escogidos.
Había alguien representando al grupo de hackeadoresAnonymous.
¿Quién los está financiando y paga los gastos para las
logísticas aplicadas en esas acciones callejeras? ¿De dónde sale el dinero? ¿Lo
aportan los empresarios o el sector político? ¿Existen organismos
internacionales subsidiando esas protestas? ¿Y la llamada Sociedad Civil, qué
papel pinta en las jornadas de protestas?
Estamos en presencia de un nuevo fenómeno y de
ingredientes extraños en una modalidad de luchar por causas comunes. Para esa jornada
se ha utilizado a un aliado poderoso que llega con rapidez a todo el que está
al día con la tecnología: las redes sociales, una estructura tecnológica
demoledora que ha contribuido a tumbar a muchos presidentes y poner a temblar a
otros. Para muestra, tenemos el caso de Wikileaks.
Y lo dice Gutiérrez-Rubí en un libro titulado “La Política vigilada: La comunicación
política en la era de Wikileaks”, al expresar “cómo la ciudadanía digital y
los nuevos actores sociales irrumpen en el panorama mediático y en la
construcción de la agenda pública con una inusitada fuerza, legitimidad y
visibilidad”.
Partiendo de ese escenario, los gobernantes deben
alertarse y estar preparados para cuando
surjan esas emboscadas públicas y tener respuestas rápidas y convincentes para
evitar un colapso inesperado. Los enemigos de antaño no están dormidos y ahora
cuentan con refuerzos de todos los sectores de la sociedad, con mucha energía y
coraje, sobre todo una juventud que ya abandonó el papel de espectador pasivo
para convertirse en activo.