8 de agosto 2012.-El nombre Premios Casandra concluye un ciclo, Acroarte que
pudo haber hecho valer su derecho sobre el nombre no lo usará más, pero tampoco
otras personas o entidades, ni siquiera los familiares de Casandra Damirón,
podrán hacer uso del mismo.
Por un cruce de intereses económicos, mas que artístico y de
producción, el nombre Premios Casandra desaparece del mercado, y con ello La
Soberana pierde un estandarte de ponderación y valoración eterna de su obra
artística.
Pero la sepultura del nombre Premios Casandra no es enteramente
responsabilidad de Acroarte, sino de los familiares de ésta. Lo que ha hecho
Acroarte es desistir del uso del mismo, convencidos sus miembros que no es
elegante insistir reconocer a alguien fallecido cuyos familiares vivos no
quieren.
Acroarte podría demostrar en el plano judicial su derecho sobre
el nombre Premios Casandra, pero de todo modo ello no detendría las quejas y
objeciones de los hijos de La Soberana. Eso daría pies a posibles ofensas publicas
que no merece Acroarte y menos los hijos de Casandra Damirón. Lo ideal y
apropiado, entonces, fue hacer lo que se hizo en la asamblea del 7 de agosto
del 2012 , desistir de usar el nombre, aunque ello no indica que se haya renunciado
a la propiedad del mismo.
El resultado es
lamentable, Generaciones de jóvenes supieron de la existencia de Casandra
Damirón que por 28 años exaltaba su nombre. Tal fue la dimensión alcanzada, La
Soberama adquirió una proyección emblemática paralos dominicanos. Como un artista nunca se
sepulta, el retiro del nombre no es una sepultura de la Soberana, su obra
siempre resplandecerá, pero no brillará igual. Lo veremos en el futuro.
¿Qué hubiese ocurrido con la proyección si 28 años atrás no
surge Acroarte y pone el nombre de ella como estandarte del premio?
Probablemente su figura hubiese quedado opacada como la de otras tantas figuras
del arte que no tuvieron la misma suerte de ella.
¿Ha sido atinada la decisión de los hijos de la artista en
solicitar 28 años después que Acroarte descontinúe de usar el nombre? En mi
lógica esa ha sido una decisión errónea, que partió de motivaciones económicas
más que artísticas, inyectada por impulsos emotivos y temperamentales, que al
fin al cabo afectará más a una gloria del arte que a quienes en vida se
atribuyen con justo derecho la potestad de actuar en su nombre
Entre el pasado y el
futuro.
Cerrado ese siglo corresponde entonces a Acroarte aprender
la lección, mirar hacia el futuro con un sentido más institucional y formal. Por
esa falta rigor institucional, por inexperiencia muchas veces, Acroarte que con
entusiasmo puso nombre de Casandra Damirón, a lo que se llamó “Premios Casandra”
fue perdiendo el control del mismo.
El primer error fue dejar a versiones sueltas, no
verificada, de directivos que gestaron esa entidad que el nombre habría sido
registrado. Que tal o cual ex presidente tenían en su poder el registro “Premios
Casandra”, hasta que un día se sorprende a Acroarte que Cervecería Nacional
Dominicana lo había registrado en su nombre. La empresa actuó de esa manera por
el temor de que a una premiación, a la que habría aportado tanto para colocarla
en el sitial que estaba, Acroarte optara por buscar otro patrocinador, como le
había ocurrido con otros importantes eventos.
Al impasse por el nombre con la casa patrocinadora se llegó
a una salida salomónica de viabilizar un registro en el que se contemplara la
cotitularidad y que ha estado rigiendo en los últimos 10 años. Pero en ese
proceso Acroarte perdió la mitad del derecho de propiedad, aunque si consolidó
la confianza de Cervecería Nacional Dominicana en invertir en su producción.
El otro elemento, como lección aprendida, por lo que acaba
de ocurrir, es haberle puesto el nombre de una persona a la premiación. Lo que
pasó pasó, dice la canción, pero esa lección debe ser un referente para
determinar el nuevo nombre del premio, pues no hay por qué dudar que de ser
elegido de nuevo el nombre de otra persona, en el futuro ocurra igual que hoy,
que aparezcan familiares que objeten con la más simple excusa, que se use ese
nombre en la premiación.
La otra lección es si Acroarte va a seguir siendo la
propulsora de una premiación de cuyo nombre no sea la propietaria. Elegir el
nombre y retener el derecho de su propiedad es el gran desafío de Acroarte, y
de paso, garantizar al patrocinador que no sería víctima de una travesura de
futuras directivas.
En el seno de Acroarte hay la suficiente experiencia y
madurez para lidiar con esta encrucijada. Inteligencia y tacto deben combinarse
para salir de la misma fortalecido, pues renunciar al uso de nombre Premios
Casandra, por los reclamos de los familiares, para entrar en el uso de uno
nuevo del cual tampoco sea propietaria ni tenga soberano derechos, no sería una
excelente decisión ni representaría ventaja alguna de cara al futuro de ese
importante galardón.
Los mismos negociadores de parte de la Cervecería Nacional
Dominicana habrán de entender este detalle, si es su intención que Acroarte sea
vista como una institución y no como un grupo de cronistas indirectamente
contratados para que seleccionen a los artistas que la empresa reconocería en
su premio.
Fortalecer la institucionalidad Acroarte es tarea de sus
miembros, pero también de buenos aliados, como lo ha sido la Cervecería Nacional
Dominicana durante 25 años, que ha hecho lo correcto en este momento, que es
ponerse del lado de la razón, que está donde esta Acroarte.