<P>VENTANA:Nunca será buen síntoma que un partido político experimente una división interna a pocos días de concluir unas elecciones</P>
<P>Más que una debilidad, sería una derrota para el proceso democrático en República Dominicana el hecho de que el PRD experimentara una nueva división. La fortaleza de las instituciones, incluidos los partidos políticos, forma parte intrínseca de la buena marcha de un sistema en democracia.</P>
<P>Dígase lo que se diga, y sin necesidad de estar buscando culpables por la derrota en los comicios del pasado 20 de mayo, es un secreto a voces que actitudes asumidas por los dos principales protagonistas del último trajinar perredeista, Miguel Vargas e Hipólito Mejía,contribuyeron a que el partido blanco permaneciera en la oposición por otros cuatro años.</P>
<P>Pero, sin lugar a dudas que errores, de distinta índole, cometieron muchos dirigentes perredeistas.En ocasiones, esos errores pasaban desapercibidos en las interioridades del principal partido opositor.</P>
<P>Y con todo y eso, el caudal de votos que se volcó en las urnas a favor de esa franquicia fue una fiel y efectiva demostración de que el PRD sigue siendo una poderosa maquinaria, como la definía Peña Gómez, y un fuerte contendor en la lucha por la conquista del poder.</P>
<P>Nunca será buen síntoma que un partido político experimente una división interna a pocos días de concluir las elecciones.</P>
<P>Peña Gómez siempre decía que “al PRD solo le gana el PRD”. Ese partido está hoy al borde de experimentar una nueva división. Todo parece indicar que esta vez nada ni nadie podrá detener la fragmentación de un partido que, a través de su historia, ha dado muestras, aun en medio de las más convulsas situaciones, ha sabido resurgir de sus propias cenizas.</P>
<P>Y qué pena que el colapso se produzca apenas días después de que más de dos millones de dominicanos respaldaran las aspiraciones de esa organización por llegar al poder.</P>
<P>Un partido que obtiene por sí solo el 42.13% del total de sufragios emitidos como votos válidos en las elecciones pasadas, y el 46.95% con ayuda de los aliados, atraviesa en estos momentos por una situación en que sus principales líderes se tiran los trapos al sol, dilucidando problemas internos a la vista de todos, y dándole cancha a quienes siempre han sido eternos detractores del partido del buey blanco.</P>
<P>Sin temor a exagerar, entendemos que una nueva división en el PRD no sería buen augurio ni siquiera para la actual administración de gobierno, pero mucho menos para la que se instalará el próximo 16 de agosto, y que encabezará Danilo Medina.</P>
<P>Y en el trajinar politiquero, dentro de un régimen de libertades, nos aventuramos a proclamar que tampoco al Partido de la Liberación Dominicana le conviene tener como principal fuerza opositora a un PRD atrofiado por sus luchas intestinas.</P>
<P>Precisamente fruto de una división en el PRD, en 1973, Juan Bosch decidió por cuenta propia abandonar ese partido y fundar, poco tiempo después al que es hoy día el partido oficial.</P>
<P>El equilibrio de la democracia radica, precisamente, en las confrontaciones de ideas en que se mantienen los pro y los contra de las decisiones que tienen peso específico en toda sociedad organizada.</P>
<P>Y el PRD haciendo crash obligaría a una revisión de muchas situaciones que repercuten en el devenir político y social de la nación.</P>