SANTO
DOMINGO, 1 de mayo 2012.-Nurin Sanlley era una artista en cuerpo y arma que deja
como legado el haber confiado en la niñez como público, sector en el que ganó admiración
y cariño.
“La Pinky” , se erigió en el personaje
infantil de más arraigo en la niñez dominicana, y fue sostén para que por años
ella mantuviera una propuesta en escena, siempre diferente, en el Teatro Nacional de Santo Domingo.
Cantante y
actriz, en ambas facetas con envidiable calidad, Nuryn Sanlley también descolló además por ser una
mujer emprendedora, forjando liderazgo y ganando respeto como empresaria por décadas. Fue la figura femenina dominicana
más sobresaliente en el ámbito empresarial en el negocio de los espectáculos.
Los
artistas la admiraban, y que se recuerde, nunca en su contra se escuchó una
queja de que tras concluir uno de sus producciones escénicas, había ella
quedado con alguna cuenta pendiente con algunos de sus compañeros.
Entusiasta
y laboriosa, Nuryn Sanlley sabía
encantar con sus proyectos a artistas, periodistas y anunciantes. Bastaba con
anunciarlos para que la legión de admiradores, en su mayoría niños y niñas,
lograran que sus padres los llevaran a presenciar lo nuevo de ella.
El anuncio
de que padecía de un cáncer cerebral fue un balde de agua fría para quienes la
admiraron por años y sabían de sus
aportes al esfuerzo colectivos de los artistas expresarse en escena.La noticia fue estremecedora, mas aún cuando
se contactaba la cautela de los médicos que la atendieron sobre la posibilidad de superar
la fatal enfermedad.
En ese
entonces escuchamos las palabras del renombrado galeno José Joaquín Puello, haber dicho que “se confirmó la existencia de
un tumor primario localizado en el cerebro, del tipo Glioblastoma Multiforme,
situado en el lóbulo frontal izquierdo, del cual se extrajo una
parte debido a que es imposible extirparlo por completo
porque podría dejar al paciente con lesiones cerebrales
permanentes, ya que se encuentra en el lado izquierdo del cerebro,
la parte dominante”.
Las explicaciones fueron estremecedoras y desde ese momento Nuryn Sanlley sabia que el cáncer le había declarado
la guerra y que ella debería librar mil batallas en busca del milagro para
vencerlo.
La Pinky
fue vencida. Su partida se produjo el lunes en la noche y los artistas y
admiradores la despiden como lo que fue toda la vida, un gran ser humano y la
reina de la niñez.