El
ciudadano común, que se nutre en el desenvolvimiento de su vida diaria
de los acontecimientos, experiencias y enseñanzas que se producen en su
entorno, viene observando en los últimos meses el desencadenamiento de
una serie de eventos relacionados con el devenir político y el manejo
del debate electoral, que convierten el panorama dominicano en poco
menos que irrespirable, por no decir nauseabundo, lo que constituye un
motivo de honda preocupación que debe mover a la reflexión a todo
ciudadano que se precie de sensato.
Si nos atenemos al deplorable espectáculo que viene siendo escenificado a todolo
largo y ancho de la República Dominicana, parecería que estamos a las
puertas de una inminente hecatombe de funestas consecuencias que ha de
arrastrar a su paso a toda la Nación, ante la pérdida de laecuanimidad,
la decencia y la cordura que caracterizó en años idos el accionar
político, cuando esa noble actividad era conducida por hombres probos,
respetuosos de su misión como conductores de masas y preocupados por el
ejemplo que habrían de dejar como legado histórico a las generaciones
emergentes.
Una
orquestada campaña mediática, matizada por una incesante vocinglería de
dimes y diretes, en los que cada cual se esmera en esgrimir epítetos
ofensivos y denigrantes contra el adversario al que se pretende
demeritar, caracteriza el proceso electoral dominicano del presente, de
cara a la celebración de los comicios nacionales en los que se ha de
elegir a la mas alta jerarquía de la Nación, vale decir, la Presidencia y
la Vicepresidencia.
Mas
que levantar consignas y programas de gobierno elaborados a la luz de
las necesidades mas perentorias del pueblo dominicano, el debate se ha
centralizado en la implementación de una serie de acusaciones y
contra-acusaciones que persiguen lograr el descrédito y la disgregación
de las fuerzas contrarias, en base al desencadenamiento detoda suerte de artimañas y trapisondas mas propias de rufianes que de políticos.
A
ello se debe que, antes que respetar los principios y directrices
partidarias y reafirmar y mantener el apoyo de los aliados y
conmilitones -independientemente de la falsedad o certeza de las fallas y
debilidadesque a estos se les endilguen-, algunos
terminen siendo confundidos por los cantos de sirena del enemigo al que
se supone han de enfrentar, y acaban asumiendo, en la practica, el
vergonzoso y reprobable papel de quinta-columnas y traidores a su
organización.
Esto así porque, en definitiva, como reza el argot popular, los trapos sucios se lavan en el patio,
alejados de la vista del vecindario, para preservar y mantener en el
seno hogareño la honra familiar, que nunca debe de andar en boca de
vecinos, en las comidillas de comadres,al alcance de quienes aspiran pescar en río revuelto, … ni de politiqueros!!
Lo
anterior viene a colación motivado en el deprimente espectáculo de
denuncias, deserciones y compra-venta de conciencias que en los últimos
días vienen protagonizando algunos de los políticos de oficio que nos
gastamos los dominicanos, a tono con el álgido proceso electoral que nos
envuelve en el presente y que amenaza con arrastrar a toda la Nación a
un despeñadero de lamentables e irreparables consecuencias.
Parecería –y
así ha sido patentizado por algún acucioso artista gráfico, que por
años ha interpretado fielmente en sus caricaturas la sicología del
pueblo dominicano- que lo que está sobre el tapete en la actualidad
es quien –o cual- de los candidatos que aspiran a alzarse con la ñoña
presidencial en los comicios del 20 de Mayo próximo es MAS CORRUPTO, o,
para usar fielmente sus palabras, MACO-RRUPTO.
Y esto, definitivamente, no puede ni debe ser aceptado!
La
política, como ciencia del manejo adecuado de los Estados y el
desenvolvimiento del ciudadano en un régimen de respeto y convivencia no
debe seguir siendo convertida en un estercolero en el que el arribismo,
el transfuguismo y la yipetocracia exhibidos de manera insolente por la
generación de nuevos millonarios que nos gastamos, continúe
siendo el modelo y el ejemplo a seguir por las generaciones emergentes
que observan de manera impávida los retruécanos y artimañas que día a
día son expuestos al debate público con el dudoso mérito de constituir
piezas maestras de la guerra sucia con la que se pretende denostar y
descalificar al contrario.
Más
aún, apelando a métodos y artimañas que violan de manera flagrante las
leyes vigentes y riñen con la cordura y la delicadeza que debe
caracterizar un debate político de altura, algunos enarbolan de manera
descarada los supuestos documentos, pruebas y recursos mediáticos
obtenidos de manera irregular, al amparo de funcionarios venales que
hace tiempo se olvidaron de los deberes y obligaciones inherentes a los
cargos que desempeñan.
Y prevalidos de tales adefesios jurídicos, un puñado de ‘representantes’legislativos,
propensos al coqueteo y con una arraigada inclinación al transfuguismo
han salido al ruedo, recientemente, blandiendo una tremebunda acusación
que solo ha servido para poner en evidencia su desesperación por ponerse
donde el capitán les vea, ante una supuesta zozobra de la nave partidaria que solamente su falta de fe y gallardía les hace ver como inminente.
Mientras
todo esto sucede, la militancia irredenta de esa maquinaria política
que durante tantos años protagonizó mil y una jornadas de lucha a favor
de las mejores causas del pueblo dominicano, se mantiene estupefacta,
observando cómo la dirigencia de la cúpula se diluye en disputas
estériles y aspiraciones mezquinas, mientras el hambre, la falta de
empleo y la imposibilidad de atender las necesidades básicas corroe sus
entrañas y sume en el desconcierto a sus familias, allegados y amplios
sectores de la población a nivel nacional.
A tono con las encuestas (las pagadas, las ‘neutrales’ y las mañoseadas)
todo indica que ninguno de los candidatos de las dos agrupaciones
políticas mayoritarias podrá alzarse con el triunfo, en una primera
vuelta. Solo en un caso extremo -dependiendo de la inclinación fortuita
de último minuto que pueda experimentar el conglomerado de votantes
conocido como Los Indecisos-, podrían variar losresultados
de una primera ronda, y para ello hay que hilar fino y hablar claro si
se quiere contar con un porcentaje significativo del caudal de dichos
votantes.
Sin
embargo, con indecisos o sin ellos, con voto duro, transfuguismo,
compra-venta de conciencias o campaña sucia mediática, azuzada desde el
litoral enemigo -y atizada desde dentro por los enemigos internos que
hacen las veces de quita-columna en flagrante traición a los principios
partidarios-, soy de opinión que el Partido Revolucionario Dominicano
–PRD-, entidad de profunda y arraigada vocación de lucha, demostrada en
los diferentes procesos de lucha política y reinserción en la vida
democrática por los que ha transitado la Nación dominicana en las
últimas siete décadas, debe redefinir sus aspiraciones de cara al actual
proceso electoral y contribuir, con la implementación de medidas
concretas a lo interno, con el adecentamiento del actual proceso
electoral.
A
la vez, debe extirpar de sus filas de una vez y para siempre el flagelo
de las diatribas y las malquerencias entre los más encopetados miembros
de su cúpula dirigencial, y, en caso irreversible, propiciar sin mayor
dilación la irradiación del seno partidario de aquellos que aún suspiran
por disfrutar de las mieles del poder en territorio enemigo.
Porque,
oportuno es decirlo, las masas irredentas del PRD, las que han probado
el amargo acíbar de la derrota electoral por culpa de los errores
tácticos y estratégicos asumidos por su liderazgo en anteriores torneos
electorales, las que han sabido cargarel pesado fardo del
abajismo, en los campos y ciudades a lo largo de toda la geografía
nacional sin doblegarse ni venderse, ESAS masas están muy atentas del
devenir político dominicano y del accionar de sus dirigentes y no les
han de perdonar una nueva metida de pata.
El
candidato presidencial perredeísta Hipólito Mejía tiene la férrea
disposición de asumir las riendas del Estado y enmendar los entuertos y
urdimbres en que la plaga morada ha enredado al país. Con una
humildad que le enaltece, ha reconocido sus errores del pasado y ha
pedido una segunda oportunidad para conducir a las huestes del partido
blanco a una nueva e histórica victoria que ha de dejar sepultadas las
frustraciones, el oprobio y el desconcierto que ha padecido la república
en los últimos años de desgobierno peledeísta.
Y con todo y sus salidas histriónicas, su campechanería y su forma clara de decir las cosas -sin pelos en la lengua-,para
los fines e intereses de la militancia del partido blanco y otras
entidades aliadas, aunque le pese al demonio y a toda su compañía, el guapo de Gurabo
es y seguirá siendo una mejor opción, frente a cualquier otra que
quieran oponerle sus adversarios o que haya enceguecido las pupilas de
algunos fariseos que andan tras la búsqueda de unaexcusa para justificar su impostergable cambio de chaqueta.
El 20 de Mayo está sellado el compromiso. El pueblo tiene la última palabra.
ATENTAMENTE,
Sergio Reyes II.