Los malos olores de la campaña electoral se dispersan por todo el ambiente de la actividad política como si parecieran destinados a agudizar la fetidez moral.
El “genio” del uso de términos desdorosos contra algunos participantes en la contienda que se vive en el país no parece haber tenido éxito alguno y ese fracaso puede trocarse como consecuencia de una mala respuesta de la gente del sector oficialista.
Todo el mundo reconoce el viejo adagio que reza: “Palabra trae contesta”, pero ese no parece un recurso inteligente a la altura en que está la campaña electoral.
Veníamos inmersos en un civilizado torneo electoral hasta que a alguien se le ocurrió dar un golpe de efecto contra la doña Margarita Cedeño de Fernández acusándola de poseer una multimillonaria cuenta en euros en Dinamarca.
Causó impacto la denuncia y asoló corazones, pero el tema ha salido de las primeras páginas de los diarios, porque los recursos utilizados no guardaban seriedad ni autenticidad.
La denuncia resultó un triunfo para la candidata vicepresidencial del Partido de la Liberación Dominicana.
Ahora cualquiera se puede desgañitar acusando a la Primera Dama y sólo los acomplejados y maliciosos darían credibilidad a tales denuncias.
En este momento es Hipólito quien se siente amenazado por el gobierno al recordarle supuestas inconductas en su período presidencial que terminó el 16 de agosto del 2004.
Han pasado casi ocho años desde que Hipólito entregó la administración pública y a todo el que se debió someter a la justicia ya se hizo e incluso hubo algunas sentencias, pero se ha sentido como un desganado proceso de retaliación.
Hipólito afirma que pueden detener su candidatura si se comprueba que ha cometido fraude por cinco centavos. Proclamándose, de paso, como el adalid de la honestidad en la historia del país.
Mi criterio es que la declaración de Temístocles Montas -más bien parece que para detener los desafueros del candidato perredeísta- no tiene razón de ser porque no agrega nada positivo al debate electoral.
Ya lo dijo Juan Bosch en su oportunidad: “Aquí conocemos al cojo sentado y al tuerto durmiendo”.
Balaguer utilizó hasta el himno nacional en el 1994 para intentar detener el triunfo de Peña Gómez, que se veía obvio; obligó a que las emisoras de radio hicieran sonar a las 12:00 del mediodía la canción a la Patria.
Si bien Peña Gómez no ganó las elecciones de ese año, sólo fue como resultado a una alianza que parecía imposible. Le pregunté tiempo después al hombre clave de Balaguer para entonces, el señor Guaroa Liranzo sobre ese pacto que parecía imposible y absurdo y me respondió que Peña no quiso negociar la seguridad de Balaguer.
Peña Gómez solo perdió las elecciones cuando se burló el acuerdo de un 40% para ganar la primera vuelta y la estulticia lo cambió a 50%, aquella vez que Amable Aristy se llevó la resolución senatorial a Higu¨ey “desobedeciendo” a Balaguer.
A veces la estulticia triunfa, pero muchas veces no. Y a quienes promueven la corrupción como acusación se definen rápido y quedan estigmatizados en el curso del proceso político nacional.
Creo firmemente en que el gobierno no debe fustigar a Hipólito con acusación alguna. Ya ese tiempo pasó si en verdad alguna vez valió la pena hacerlo.
Bosch, Balaguer, Don Antonio, fueron presidentes que concitaron el respeto a su respectiva moralidad.
La sola excepción fue la trama contra Salvador Jorge Blanco y que el mismo jefe colorado admitió años después que fue una acusación de carácter político.
Por el camino de la denostación y el vituperio nos vamos a atascar en el lodo de un proceso perverso de acusaciones y contra-acusaciones, del cual sólo van a ganar los bellacos e incitadores. No creceremos en el debate y solo abonamos el perverso camino de la insania social. Ojala nos quede tiempo para reflexionar y actuar.
Ahora es un momento apropiado para citar a Danilo cuando proclama que se debe “arreglar lo que está mal, mejorar lo que está bien y hacer lo que nunca se ha hecho”. Si tomamos ese camino el país tendrá –sin dudasun esplendoroso futuro.