La inusitada atención que ponemos a las encuestas electorales
es uno de los capítulos peculiares que caracterizan a los dominicanos como los más
politizados de América Latina.
Se sabe que las encuestas no ganan elecciones, pero
marcan tendencias, por lo que los candidatos se empeñan por aparecer punteros,
conscientes de que una parte de la población al final se orienta por los
sondeos serios.
Dentro de esa febril persecución a un puesto
preferencial en las encuestas, algunos candidatos han llegado a forjar
resultados con el propósito de conservar adhesiones.
Actualmente el panorama electoral está dominado por la llamada
“guerra de encuestas” en la cual un candidato controla la guerra y el otro ni
siquiera gana escaramuzas.
Sin embargo, no se admite que el candidato Danilo
Medina ciertamente es el puntero en ocho de esas mediciones, algo realmente catastrófico
para el abanderado de la oposición.
Y es que cuando un candidato solo aparece puntero en
sus propias encuestas, su situación se torna precaria y condenada al fracaso.
Un error fatal en la carrera de José Francisco Peña Gómez
hacia la Presidencia, fue la negativa de sus estrategas a admitir que Leonel Fernándezhabía remontado del 13% del PLD en 1994, a un
35% en marzo de 1996.
Ese porcentaje era recibido con sorna, aduciéndose que
era fabricado por una encuestadora desconocida.
Mientras eso sucedía, y Leonel era una amenaza real, Peña
ganaba todos los sondeos de emisoras radiales aglomeraciones humanas realizadas
con métodos carentes de rigor científico.
No creo que sea necesario refrescar la historia, pues
todos saben que Peña murió sin ser Presidente, mientras Leonel lo ha sido tres
veces
En conclusión: las encuestas nunca han ganado
elecciones, pero dicen por anticipado quién las ganaría.