Al cumplirse dos años, el jueves 12, del
terremoto que sacudió la capital del vecino Haití, la donación al pueblo de
Haití de una universidad constituye un gesto ejemplar del gobierno del Doctor
Leonel Fernández, y se suma a la lista de acciones acertadas de su política
exterior, de la que ya forma parte la reciente aprobación, porla Asamblea General de la ONU, de su
iniciativa para evitar la especulación con los alimentos y combustibles.
Mientras naciones ricas y poderosas han
demostrado su incapacidad o desinterés en cumplir los acuerdos adoptados para
socorrer al sufrido pueblo haitiano, y en otros casos se pretende “ayudar” a
las naciones mediante bombardeos, invasiones y ocupaciones de su territorio,
con este gesto, la República Dominicana recuerda a la comunidad internacional
que a pesar de la crisis económica que agobia al planeta; a pesar de las
estrecheces derivadas de su propia condición de país subdesarrollado y la magnitud
de sus propios desafíos y apremios en la esfera educacional, se puede hacer
mucho si existe claridad de propósitos, voluntad política, solidaridad y
generosidad.
Una universidad es una apuesta por el futuro
del pueblo haitiano. Todo lo que se haga por brindar una educación moderna y de
calidad a quienes han perdido, a veces, hasta la fe en su país, y en su
viabilidad en el contexto del mundo global, es brindar esperanzas concretas y
contribuir al equilibrio interno y la gobernabilidad, sin los cuales no habrá
salida de la crisis.
El porvenirrequiere, no solo tener un techo y alimentación digna, sino también una
sociedad educada. La democracia, la paz, y hasta la propia libertad
dependende la cultura y la educación
que sea capaz de construir un pueblo, con sus propias manos. Como bien dijo
José Martí “ser culto es el único modo de ser libre”.
En este espíritu, el pasado 12 de enero,y en presencia de los Presidentes Fernández y
Martelly, fue entregada alpueblo
haitiano la universidad “Henri Christophe”, construida al costo de $30 millones
de usd, y con capacidad para acoger a más de 12 mil estudiantes. <br>
La acción
aislada de vándalos que sustrajeron una tarja ubicada en el auditorio de la
alta casa de estudios, no guarda relación alguna con el gobierno del país, ni
con la oposición, y no logró empañar la magnitud, grandeza y alcance del gesto
solidario del pueblo dominicano. Precisamente la tarja sustraída consagraba el
nombre y la memoria de Juan Bosch, incansable luchador por la amistad y la
hermandad de ambas naciones, y fustigador incansable de las oligarquías de
ambos países, interesadas, antes y ahora, en mantener vivos roces y
enfrentamientos que en nada benefician a sus pueblos.
Con el respeto y la cortesía requerida, el
gobierno dominicano no tomó parte en la elección del nombre que ostentaría la
universidad, dejándolo a la libre elección del gobierno haitiano. No hubo, ni
podía haber condicionamientos de este tipo, mucho menos cuando, como afirmó el
Presidente Fernández en sus palabras inaugurales “… se trata de una obra de
amor”.
En este sentido, es demagógica y ruin la
campaña de críticas promovida por ciertos sectores de la prensa dominicana, más
vinculada a intereses comerciales que políticos, que han hecho énfasis en lo
secundario para intentar empañar la grandeza y alcance de lo esencial.
Mientrasaún discuten sobre un nombre, los estudiantes haitianos cuentan ya con
72 nuevas aulas donde formarse para servir a su patria y a la humanidad.
La iniciativa del gobierno del Presidente
Leonel Fernández no quita nada a la educación del pueblo dominicano. Por el
contrario, se basa en la mejor tradición solidaria, humana y generosa de que
este ha hecho gala a través de su convulsa historia. No hay diferencias
irreconciliables entrehaitianos y
dominicanos que comparten un mismo espacio geográfico, como pueblos vecinos,
hermanados por el trabajo, los sufrimientos y las alegrías compartidas. Solo
las oligarquías de ambas naciones, y los intereses foráneos que a través de los
años han exacerbado los problemas de la convivencia, han estado interesados en
enfrentar a nuestros pueblos.