Si bien la incineración es el método funerario habitual en el hinduismo, Sai Baba fue enterrado de acuerdo con las prerrogativas que reciben los jefes espirituales.
Una salva de disparos dio inicio a la ceremonia, a la que fueron invitados más de 15.000 personas y que fue oficiada por 18 sacerdotes vestidos con túnicas de color azafrán, quienes ungieron el cuerpo con aceite, flores, orina de vaca y agua de nueve ríos sagrados.
La tumba de Sai Baba se llenó después con tierra, sal, oro, plata y piedras preciosas y junto a ella se instaló una estatua dorada de Sai Baba. La ceremonia fue transmitida en directo por televisión y en Puttaparthi, ciudad natal del guía espiritual, se instalaron pantallas gigantes para que sus devotos pudieran seguir el funeral.
Según publicación de ADNMundo, después del funeral, el "ashram" se abrió al público y se formaron largas colas de seguidores para ver la sepultura, que probablemente se convertirá en un importante lugar de peregrinación.
Sai Baba, de 85 años, falleció el domingo en un hospital de Puttaparthi, donde llevaba hospitalizado más de tres semanas en estado crítico problemas cardiacos, pulmonares y renales.