Lindsay Lohan estas otra vez en el punto de mira de todos los medios. El pasado 12 de diciembre, la joven protagonizó un encontronazo con una trabajadora de la clínica Betty Ford, donde la artista se encuentra ingresada, y la historia parece que va para largo.
La supuesta agredida realizaría un test de alcoholemia a la actriz quien se negó y la empujó violentamente. Cuando se dispuso a llamar a la Policía, la actriz le "agarró de la mano derecha" para quitarle el teléfono, a la vez que le insultaba.
Las versiones que ambas dan de lo ocurrido se contradicen en algunos puntos, sobre todo a la hora de reconocer quién fue la culpable de agresión. Pero ciertos datos básicos vertebran la historia.
Lindsay salió durante unas horas de la clínica de rehabilitación para ir a la peluquería sola, y al regresar al centro la trabajadora -llamada Dawn Holland- se enfrentó a ella, agarrándola fuertemente del brazo y haciéndola llorar.
A continuación del suceso, según el comunicado emitido por su represenante, la protagonista de Chicas Malas llamó a la Policía para informar de lo ocurrido y recibir asistencia.
Frente al inesperado comportamiento violento de la trabajadora, Lindsay lo ha justificado explicando que Holland siente antipatía por ella y estaba deseando tener una excusa para enfrentarse con la joven ahora que su estancia en Betty Ford está llegando a su fin.
Claro que Holland no opina lo mismo. Según esta técnica de dependencias químicas, Lindsay salió con otras dos pacientes a dar una vuelta y regresaron 10 minutos más tarde del toque de queda (la 1 de la madrugada), oliendo a alcohol.