Una de las características del ser humano que permite que estemos discutiendo eso es el desarrollo de nuestro cerebro; muy específicamente de nuestros lóbulos frontales, responsables de habilitarnos para el pensamiento abstracto y la planificación; es donde reside nuestra personalidad, creatividad y todas las llamadas "funciones ejecutivas".
El desarrollo de nuestros lóbulos frontales, en comparación con otras especies animales; nos permite superar nuestros instintos, torcer la historia que genéticamente tenemos programada; inventar nuevos comportamientos, aun cuando éstos no sean útiles para la supervivencia de la especie (por ejemplo, en las guerras, las huelgas de hambre, asesinatos motivados por otras razones distintas del hambre), algo que aquellos animales a los que nosotros de manera arrogante llamamos "inferiores", jamás harían.'
No hemos visto a un gato y a una gata discutiendo quién es superior a quién; ni a un perro y a una perra; ni a un león y a una leona. Cada uno tiene programada genéticamente una serie de comportamientos que unidos funcionan de manera complementaria para un mismo fin: "hacer que la especie sobreviva y se reproduzca". Estos animales carecen de un lóbulo frontal hiper-desarrollado, como en el caso de los seres humanos, que los salva de esas discusiones estériles y no los distrae de su función principal: trabajar de manera complementaria para unirse, reproducirse y transmitir sus aprendizajes a la nueva generación.
Nuestra forma de organización social difiere de lo que necesitamos para sobrevivir como especie humana; nos "comemos" unos a otros e intentamos constantemente demostrar que somos mejores que nuestros iguales; y eso incluye el intento constante de los hombres y las mujeres por demostrar supremacía.
¿Quién es mejor?
Es frecuente que la hembra viva más años que el macho, es decir, que biológicamente es más fuerte y más resistente a las enfermedades.
En los seres humanos, antes del primer año de vida los bebés varones mueren con mayor frecuencia que las bebés hembras; pero también las mujeres mueren más viejas que los hombres. Esto en ningún caso supone superioridad de uno sobre el otro, sino complementariedad de funciones hacia un mismo fin: la supervivencia de la especie.
Independientemente de dónde establezcamos el estudio, las mujeres viven de 4 a 10 años más que los hombres. Esta diferencia en cuanto a la esperanza de vida, además, ha ido aumentando con el tiempo.
Uno de los factores que se han evaluado es el hecho de que el bebé del sexo masculino tenga más tamaño al nacer y eso produzca complicaciones en el parto.
Otro factor demostrado que influye en la diferencia de años de vida del hombre es su comportamiento; lo cual quizás se explica por el hecho de que los varones tienden a comer mayores cantidades de carnes rojas, ricas en grasas; a beber más alcohol y en muchos casos son más promiscuos y consumen mayores cantidades de sustancias industriales tóxicas; corren mayores riesgos físicos en su puestos de trabajo, conducen más de prisa e imprudentemente, desarrollan con mayor frecuencia personalidades competidoras, las cuales son generadoras de tensión.
Todos estos comportamientos están de alguna forma asociados con una mayor incidencia de ataques cardíacos, cánceres de pulmón, cirrosis hepática, infecciones de transmisión sexual, accidentes de tránsito, accidentes laborales, homicidios o suicidios.
¿Quién es superior?
Para poder responder quién es superior a quién, primero habría que preguntarse ¿superior en qué? Es probable que el macho de todas las especies animales, sobre todo en los mamíferos (dentro de los cuales se encuentra el ser humano) sea superior a la hembra de su misma especie en la habilidad de cálculo viso-espacial (sistema de procesamiento numérico), así como en la visión a grandes distancias y con poca luz, lo que le permite ser más preciso en las tareas referentes a la caza y para defenderse de agresiones de otros depredadores en la noche, cuando muchas de las presas duermen.
Esto le permite orientarse mejor para regresar a la cueva o madriguera con el alimento que ha cazado, sin importar las distancias que haya recorrido lejos de la misma. Es decir, esta superioridad tiene un valor de adaptación para la supervivencia de la especie. En cambio, la hembra, en la mayor parte de las especies, es superior en el ángulo visual, lo que le permite ser más eficiente en el cuidado de las crías a su alrededor y defenderlas de cualquier agresor.Además, es superior en la capacidad de distinguir olores, lo cual también tiene un valor de adaptación porque le permite discriminar alimentos adecuados para ella y sus crías, a favor de la especie.
Ambos sexos son infinitamente distintos en múltiples ángulos de su existencia. Obviamente, existen muchas diferencias en el cuerpo de hombres y mujeres que podemos verificar a simple vista. Esto es una característica que se repite en muchas especies animales, donde por lo general el macho es más grande y más musculoso; mientras que la hembra es más pequeña y con menos masa muscular. Estas diferencias, al igual que todas las que podemos discutir en este artículo, están ahí para un uso determinado, para una función especial en la convivencia mutua y están determinadas por el estilo de vida de nuestros ancestros.
En la mayoría de las especies animales el macho se especializa en labores que requieren mayor fuerza física, tales como la caza, la persecución de presas, etc., para lo cual resulta útil y funcional tener mayor desarrollo muscular.
Por su parte, la hembra posee las cualidades físicas más adecuadas para el amamantamiento de las crías, cuidado de las mismas y protección de la cueva o madriguera. El hombre se dedicaba a cazar y traer comida a su familia, desarrollando una gran orientación para localizar a sus presas y traerlas a casa mediante mapas. Se sentía valorado por su trabajo y no necesitaba valorar las relaciones con los demás. Él era buscador de comida.
La mujer aseguraba la evolución de la especie cuidando a los bebés, controlando los alrededores de la cueva, desarrollando una gran orientación en las distancias cortas, mediante los puntos de referencia. Con ese fin, desarrolló también la percepción de los pequeños cambios en la conducta de los niños y adultos. Lo que llamamos el sexto sentido de las mujeres. Ella era la defensora del hogar.
Es comprensible que muchas mujeres no se sientan cómodas manejando de noche, ya que su visión nocturna es menor que la de los hombres. De igual modo, es poco probable que un hombre pueda diferenciar entre varios tipos de rojos o verdes, para hacer una buena combinación de colores (nunca entenderá que esa cartera no combina con ese vestido). Si en lugar de interpretar esto como debilidades de uno o de otro os diéramos cuenta de que nuestras habilidades son diferentes, podríamos utilizarlas a nuestro favor, como parejas, en lugar de establecer una guerra entre los dos sexos, que es absurdo y va en contra la supervivencia de la especie.
Es probable que alguna de las siguientes situaciones puedan estar detrás de las explicaciones para algunas situaciones de la vida cotidiana, como es el hecho de que las mujeres puedan ver algo a alguien a su lado, sin necesidad de tener que voltear su rostro, tal como lo haría normalmente la mayoría de los hombres.
Así mismo, la mayor capacidad viso-espacial de la mayoría de los hombres sobre las mujeres les permite a ellos realizar de manera más eficaz acciones tales como buscar direcciones en la calle o estimar el espacio necesario para parquear el vehículo.
La habilidad de hacer cosas simultáneas en la mayoría de las mujeres (a diferencia de los hombres) les permite maquillarse, manejar y hablar por el celular al mismo tiempo; mientras que la mayoría de los hombres no pueden sostener la atención en el programa de televisión mientras hacen otra cosa.
Por lo general, el hombre busca tener encuentros sexuales con mayor frecuencia que la mujer; posiblemente porque el organismo de éste está diseñado para poder fertilizar a una mujer en cualquier momento; mientras que el de la mujer tiene un período específico de fertilidad una vez por mes.
CONCLUSIÓN:
Históricamente, la fuerza muscular ha sido interpretada por el hombre como un arma de dominación sobre otros hombres y sobre las mujeres. Este comportamiento también se observa en muchos otros animales; pero solo cuando se trata de defender el territorio o de luchar por la supremacía de las manadas. Sin embargo, por lo general, en estos casos la lucha no pasada más allá de demostraciones de fuerza en el que alguno de los que disputan el poder reconoce su menor fortaleza y cede. No existe la violencia intrafamiliar, ni las agresiones relacionadas con los sentimientos de inferioridad del agresor. Estas son conductas de destrucción de la propia especie, no son conductas adaptativas; sin embargo, resultan muy frecuentes entre nosotros, los seres "supuestamente superiores."
Los animales llamados inferiores no manipulan afectivamente, no agraden por placer, no matan por dinero, ni por envidia; no usan la violencia sino para defender el territorio o buscar comida y en muy pocos casos se llega a matar a otro de su misma especie. Entonces cabría preguntarnos si somos realmente superiores a estos animales.
Es necesario que abandonemos preguntas como quién es superior a quien. No existe tal supremacía, sino complementariedad. Nos necesitamos unos a otros. Las habilidades de los hombres son complementadas por las habilidades de las mujeres y viceversa. Es poco probable que una sociedad pueda sobrevivir si solamente hay hombres o solo mujeres (aun cuando existiera la posibilidad de reproducirse asexualmente u homosexualmente) ya que las habilidades que uno y otro aportan son necesarias para la convivencia. Si dos partes complementarias se enfrentan, son un arma de su propia destrucción; pero si se disponen a trabajar de manera realmente complementaria, son un refugio indestructible, lo cual es un signo de inteligencia, supremacía y capacidad estratégica.
Querer responder quién es superior a quien es una muestra de estupidez, inferioridad y torpeza táctica. Obviamente, no podemos cambiar todo de un plumazo, y debido a que este artículo lo ha escrito un hombre, de seguro alguna mujer lo estará descalificando al leerlo. Es nuestra realidad y para poder mejorarla, no tenemos que hacer muchos esfuerzos para dejar de hacer cosas, para que nuestras tendencias e instintos nos permitan retomar la senda de la adaptación a nuestro medio y la supervivencia de nuestra propia especie, sin querer ser la especie superior en la naturaleza, sino una especie que debe convivir con los demás; sin destruirnos, sin destruir nuestro entorno, nuestro hábitat, sin buscar supremacías.
No somos iguales, somos diferentes, pero eso no significa que unos sean superiores sobre otros. Ojalá cese la lucha por la igualdad entre los sexos y comience la celebración por la complementariedad entre los géneros.