Seis premios, seis, se llevó al final la 'oda' a la adrenalina de un sargento artificiero de explosivos en Irak.
Bigelow dedicó el premio a "todos los hombres de uniforme en Irak y Afganistán". Y luego, al segundo intento, "a todos los hombres en uniforme del mundo… Están allí por nosotros, y nosotros estamos aquí por ellos".
James Cameron se marchó al final con tres premios menores de los nueve a los que optaba, y con el remordimiento de no haber puesto más intención en la lucha final. De principio a fin, la platea del Kodak estuvo dividida en dos parroquias enfrentadas: los 'avataristas' (el azul fue la nota dominante de la noche) y la brigada gris de Bigelow, clamando por el derecho a las mujeres a todos los grandes premios de Hollywood.
Barbra Streisand fue mentalizando a la platea "¡el momento ha llegado!"- y Kathryn Bigelow acabó temblando por partida doble, aprovechando el contrapeso de los dos Oscar gemelos para no desmoronarse.
Triunfo latino
La otra gran campanada de la noche fue la del argentino Juan José Campanella, con el Oscar al segundo intento. El director de 'El hijo de la novia' sorprendió a propios y extraños con el premio a la mejor película extranjera, recibido además de la mano cómplice y premonitoria de Pedro Almodóvar (emparejado para la ocasión con Quentin Tarantino).
Campanella dedicó su premio a Argentina y a la castigada Chile, y confirmó en el escenario del Kodak la pujanza del cine en español (la peruana Claudia Llosa estaba también nominada por 'La Teta asustada'). El argentino fulminó las apuestas que concedían de antemano el premio a 'La cinta blanca', de Michael Haneke.
Bastardos y sorpresas
El primer disparo fue de 'Malditos Bastardos': premio al mejor actor de reparto para Christoph Waltz, servido gentilmente por Penélope Cruz, que perdió, como ella misma había previsto, contra la corpulenta Mo'Nique por 'Precious'. El segundo premio tempranero fue el del mejor guión original para Mark Boal, el periodista 'empotrado' con el ejército norteamericano que ha recreado la visión hermética de la guerra desde este lado, como si el otro no existiera.
Las críticas de los soldados y los veteranos por la falta de rigor y las 'licencias' artísticas del guión no surtieron efecto en los miembros de la Academia, que se adentraron sin miedo 'En tierra hostil', pese a haber recaudado 100 veces menos en taquilla que su colorista rival.
Mark Boal, con el smoking planchado por él mismo, le quitó pólvora al premio dedicándoselo "a todos soldados que están todavía allí y a los que murieron", y también a su padre, que falleció un mes antes de la consagración de su hijo.
El Oscar al mejor guión adaptado para Geoffrey Fletcher por 'Precious' sirvió de brevísima y silenciosa tregua. Fletcher se quedó sin habla y sin lágrimas, como si quisiera llorar y no pudiera (tal vez influido por las severas nuevas normas de protocolo).