El ganador del Premio Pulitzer 2008, ofreció esas recomendaciones en el Hotel Meliá, de Santo Domingo, donde fue presentada la edición dominicana de la novela La breve y maravillosa vida de Oscar Wao.
"Si tuviera poder para cambiar algo en el país, reuniría a todos los políticos y sus amiguitos y les tiraría una bomba atómica", dice el escritor al conversar con los asistentes al evento.
Junot Díaz es transparente: "De los 10 mil dólares del premio, salieron seis mil por los impuestos, de esos le di la mitad a mi madre, me compre un traje y le regalé un pasaje a Santo Domingo a una de mis sobrinas.".
Junot Díaz resulta una persona aleccionadora: "Ni el aplauso ni los premios ayudan a escribir. A mucha gente el impacto de un premio como este le dura años. A mi me duró tres semanas. Después de ahí volví a ser el mismo tiguere de siempre".
Junot Díaz resultó más socialmente crítico de lo imaginable: "Hay mucha doble moral. Hay gente que cree que los haitianos hay que matarlos (y los matarían si pudieran) y luego se meten a rezar en una iglesia"; "Ni al dominicano ni al norteamericano le gusta que les hablen de historia… Dígale a un norteamericano que hablen de los indios del Oeste….".
Dijo que existe en la literatura una "trujillomanía" y vaticinó que todavía en el 2050 se seguirán publicando novelas sobre el dictador.
Junot Díaz es autocrítico: " Mi libro de cuentos Dreams, es un reflejo de todos los defectos de mi familia. Tuve que quitarle a esta novela, todo lo que se pareciera al libro Dreams. Ya mi familia no me perdonaría volver sobre sus fallos".
Destacó, no obstante, que su padre era un gran mujeriego.
Dijo que el papel del escritor es derrumbar los prejuicios de los lectores.
Negó que exista el famoso "spanglish" – muy comentado por críticos en su obra- alegando que en su novela existen "españoles" (dominicano, y de otras latitudes), existen "ingleses" ( de los afroamericanos, de los intelectuales, etc) e incluso otras modalidades lingüísticas.