Yoryi Morel fue un pintor de historias, de espacios, de personalidades que dieron vida al Santiago de su época. A través de su obra puede conocerse aquel Santiago rural, cercano, de callejones y pulperías, de arroyuelos y framboyanes de espacios llenos de historias y de carnavales.
Pero Morel no sólo retrata lugares y cosas. El retumbar de la tambora al resuene de un perico ripiao se siente en sus obras sobre este ritmo vernáculo.. La risa, el sabor a pueblo, la alegría, y las voces coreando se perciben con nitidez a través de sus obras sobre las fiestas patronales.
"Autonomía y Trascendencia" es un Yoryi Morel al desnudo. Recorrer esta exposición permite no sólo comprender su obra, sino también el entorno político, social y económico en la que la realiza. "Existía un equilibrio de poder entre las fuerzas extranjeras en el Caribe", reza el análisis histórico que se presenta en la exposición.
Pero también se puede conocer un Yoryi más íntimo y familiar. Elementos de su uso personal, como su inseparable chaleco o boina, hablan de su carácter de artista casi tanto como su "Toñé", su "Palo encebao"o sus autorretratos.
Una carta, escrita con largos, urgentes y elegantes grafos que le mandara a su esposa, es mostrada en la exposición del Centro León. Su letra habla de una inteligencia valiosa y un espíritu artístico presuroso.
Yoryi Morel es orgullo de su pueblo no sólo por sus orígenes, sino también porque sus obras se convierten en un álbum bucólico del Santiago rural de principios del siglo XX.
Ese Santiago que se recoge en sus campiñas aceradas por el sol ardiente y sus rojizos framboyanes, el Santiago que se desliza por las calles de sus barrios cuando el sincretismo baila convertido en "lechón" o en "La muerte en yipe" durante esas fiestas de la cultura que es el carnaval.
Aunque iniciado junto a sus hermanos en la plástica por el maestro de maestros Juan Bautista Gómez, Yoryi al parecer puso su mira en artistas de la talla de Van Goh o Matisse para recrear un impresionismo tropical con sabor criollo, en el que la luz reflejada en el uso del amarillo, el color y las pinceladas otorgan otros matices a este estilo.
Costumbrista, Morel retrata la cotidianidad cibaeña de la época reflejada en sus casas de madera y zinc, sus callejones, elegantes damas de sociedad, personajes míticos de sus calles o en sus fiestas patronales.
Aunque sus obras más representativas son los paisajes, Morel demuestra un gran dominio de la anatomía a través de sus autorretratos que igual pueden captar la mirada perdida de un orate, como la sapiencia de pensamientos de un Pedro Henríquez Ureña o la expresión de miles de emociones que pujan por salir de su propio rostro.
Aunque la mayoría de sus obras son trabajadas en óleo sobre tela, se disfruta allí, en el Centro León, de acuarelas en las que vierte el color del trópico y la exuberancia de la naturaleza dominicana.
Yoryi Morel se considera un adelantado a su época, tanto como ser humano y como artista. Demostró tener una visión sociológica de Santiago, lo que le permitió reflejar en elementos arraigados de su cultura vernácula