Los efectos catastróficos a pocas horas de su paso por nuestro país de la tormenta Noel, han permitido ver a los ojos de los dominicanos y del mundo la cruda realidad que vivimos. 24 horas de lluvias fueron suficientes para que el velo se destapara, para que se observara de manera cruda y descarnada la gran realidad respecto de los problemas estructurales que hemos padecido por décadas en esta mal llamada democracia.
No hay dudas, que todas estas cosas nos obligan a revisarnos como sociedad en la mayoría de los órdenes. Se ha puesto al desnudo si la prioridad que han definido los que nos han gobernado por décadas se corresponde con la prioridad de lo que necesitan las grandes mayorías como condición para superar sus problemas ancestrales. La falta de planificación, de políticas o acciones bien definidas, de responsabilidad social, de ausencia de un verdadero modelo político, social y económico que responda a las exigencias reales en procura de disminuir la pobreza ha quedado nuevamente comprobada.
El drama por el que atravesamos con mas de 100 muertos y casi igual numero de desaparecidos e inundaciones por los cuatro costados, mas de 40 puentes derrumbados, entre ellos de reciente construcción; casas arrasadas por la tormenta Noel, entre otros daños materiales y espirituales, debe hacernos reflexionar profundamente. Si bien es cierto que la naturaleza se impone al ser humano, no menos cierto es que los desniveles sociales se han puesto de manifiesto de manera muy descarnada y con ello la insuficiencia de políticas sociales, y por qué no, de la falta de visión y compromiso en muchos casos para encarar responsabilidades.
Claro, los males e imprevisiones no son cosas de ahora, ni se corregirán de un día para otro. Pero debemos admitirlo, que a mas de 40 años de haberse instalado en nuestro país lo que llamamos democracia representativa, no se han resuelto la mayoría de los problemas fundamentales de lo que heredamos de la era del Jefe, más lo que se han agregado. En muchos casos a sido todo lo contrario. Al país lo endeudan cada vez más en nombre de resolver problemas, crecer y desarrollarnos; se constriñe al pueblo con la imposición de cada vez más sacrificios y sin embargo a todas luces se acrecientan muchos de nuestros los males. Los hechos están ahí.
Con más de 40 años nuestra economía creciendo, muchos se preguntan para qué ha servido esto, si no hay correspondencia con las condiciones materiales de existencia de la mayoría de los dominicanos. Parte de la respuesta a todo esto hay que verla o buscarla en la ausencia de un verdadero Proyecto de Nación que asuma la conducción de la sociedad basado en un pacto social y en especial, que enfrente con vigorosa vocación política la corrupción pública y que logre remover los cimientos del Estado anacrónico que tenemos.
Hoy día se ve y se siente que más que proyectos políticos para solucionar los serios y graves problemas que tenemos, lo que está a la vista en la mayoría de los casos son proyectos económicos individuales, prohijados o impulsados por una parte importante de nuestra clase política. Continuaremos.