Tanto la presbicia (condición fisiológica también conocida como "vista cansada"), que empieza a manifestarse entre los 40 y 45 años cuando comienza a ser necesario alejar el papel que se está leyendo; como las afecciones refractivas (hipermetropía, miopía y astigmatismo), pueden ser tratadas y corregidas para lograr el mantenimiento de una buena calidad de vida.
Aseguran los oftalmólogos que el 75 por ciento de las causas de ceguera son prevenibles si se realizan los tratamientos adecuados. Por el contrario, sin detección precoz, se calcula que para el año 2020 el número de personas no videntes podría duplicarse pasando de 37 a 75 millones alrededor del mundo.
Hay diversas herramientas que aplicadas en la vida diaria ayudan a conservar la salud visual y evitar problemas. Una de ellas es la realización de controles adecuados que permitan poner en marcha el tratamiento correspondiente a cada afección.
Por otro lado, es importante tener en cuenta los efectos del deslumbramiento para la vista y los peligros de la radiación ultravioleta, pues los rayos UV pueden ocasionar quemaduras en la superficie del ojo, una condición conocida como fotoqueratitis.
DESPUÉS DE LOS 40 AUMENTA EL RIESGO DE ENFERMEDADES:
A medida que pasan los años los tejidos oculares comienzan a cambiar y a deteriorarse, dando paso a una serie de complicaciones cuyo primer indicio es la presbicia o dificultad para ver de cerca. . En algunos casos, después del advenimiento de esta condición, que se caracteriza por la dificultad para ver de cerca, puede aparecer la catarata, una afección en la cual el cristalino va ganando opacidad.
Se calcula que "dos de cada 10 personas de 50 años tienen catarata, mientras que a los 60 la relación es de cuatro en diez. Después de los 70, prácticamente todos los adultos mayores presenten limitaciones relacionadas con esta afección".
La mayoría de la gente no sabe que a partir de los 40 años es indispensable medir, por ejemplo, la presión ocular debido al advenimiento del glaucoma del adulto. Este punto es muy importante porque esta afección, también llamada "Ceguera Silenciosa, no avisa y quienes la padecen no presentan síntomas. Por eso, la presión comienza a subir sin que la persona lo perciba y ese aumento repercute en la destrucción de las células de la retina que no lo toleran. Cuando aparecen los primeros síntomas suele ser tarde.