SANTIAGO.- Manuel Arsenio Ureña, el próspero y reputado empresario nativo de esta provincia, quien a los 14 años comenzó a labrar su futuro dentro del mundo de los negocios, realizó a esa edad su primera transacción económica, que serviría de base para ser propietario de varios establecimientos comerciales: la compra de un cerdo por la suma de cinco pesos. Así lo confesó el propio Arsenio Ureña a un grupo de niños, jóvenes y adolescentes socorridos por la institución “Acción Callejera” en esta ciudad, con quienes compartió ayer al asistir a su local, donde se bendijo un comedor que él donó, para que esa entidad ofrezca mejor servicio a los necesitados.
El conocido empresario (que prefiere se le denomine como comerciante) narró a grandes rasgos su vida, desde su infancia hasta el presente. Lo hizo para decirles con hechos a sus interlocutores de la ocasión, que se puede llegar a la cúspide económica y social, sin importar el origen humilde ni el lugar donde se haya nacido.
Manuel Arsenio Ureña es nativo del paraje Guama, de San José de las Matas y, de acuerdo a su criterio, él es fruto de la oportunidad que le dio la sociedad y que ha sabido aprovechar gracias, de manera fundamental, a los ejemplos que le dieron a él y cinco hermanos sus padres Augusto Ureña y Dilia Guzmán.
Allí asistió a la escuela hasta el cuarto de la primaria pero, para recibir clases, todos los días tenía que caminar, descalzo, alrededor de siete kilómetros. Fue una época que la recuerda como de “pobreza extrema”, situación que era enfrentada con una jornada de trabajo de 12 horas de don Augusto, devengando un salario de 20 centavos diarios, mientras doña Dilia se dedicaba a la siembra en un pequeño conuco.
Recuerda Arsenio Ureña que la falta de recursos económicos en la familia era tal, que la forma más común de mitigar el hambre era comiendo verdolaga, yerba silvestre de mucha abundancia en los campos, utilizada mayormente para la crianza de cerdos. Reveló que, a pesar de la comodidad económica en que ahora se desenvuelve “de vez en cuando me como un plato de verdolaga, que todavía me sabe a buena comida”.
Esa primera etapa de su existencia, en que se puso los primeros zapatos cuando tenía ocho años, lejos de provocar trauma en él y sus hermanos, los preparó para enfrentarse a las dificultades que encierra la vida, hasta convertirlo en un exitoso empresario, modelo de su clase y orgullo de la provincia de Santiago.
Evocando aquellos tiempos, con la voz trunca por la emoción y los ojos cristalizados por las lágrimas, Don Manuel abrió su corazón ante el reducido auditorio, para decir que fue esos calzados se lo prestaron a esa edad, para hacer la primera comunión, para lo que tuvo que caminar 12 kilómetros, de Guama a Jánico.
Ahora, tras los años transcurridos, Arsenio Ureña solo encuentra una aplicación de que su familia lograra superar esa prueba de pobreza extrema: el que cada día de entonces, al levantarse y acostarse, ellos encomendaban sus acciones a Dios.
En sus años de adolescencia, asegura que montando “al pelo” un burro era muy feliz y lamenta que la juventud de hoy solo halla la felicidad “si sus padres le compra un carro del año, lo que se produce como consecuencia del desarrollo, pero que para mí es una pena, ya que los apartamentos, casas lujosas y vehículos pueden proporcionar satisfacción”.
INICIO DE SU FORTUNA
A la edad de 14 años, su hermano mayor, proveniente de la primera esposa de su madre, llamado Toribio y quien se había establecido en esta ciudad con una pulpería en la avenida Valerio con 16 de Agosto, lo trajo a trabajar con él.
Allí trabajaba de lunes a sábado de seis de la mañana a seis de la tarde y los domingos hasta las 12 del mediodía. En la tarde dominical se dedicaba a limpiar zapatos. Poco a poco logró guardar dinero hasta sumar cinco pesos, con los que compró el ejemplar a Carlos Gallardo, criador de esos animales en el sector La Joya.
Entonces procedió a enviarlo el puerco a su madre que vivía con su padre y hermanos en el campo y allí lo alimentaron de forma tal que luego lo vendió por una buena cantidad de dinero, suficiente para reinvertirla en la adquisición de otros puercos, hasta acumular la cantidad necesaria para iniciar un negocio más organizado.
En el encuentro con los jóvenes de “Acción Callejera”, Don Manuel dijo con orgullo que, de su caja de limpia botas comenzó a forjarse lo que hoy se conoce como “Manuel Arsenio Ureña, C. por A.”.
Su inicio oficial como comerciantes fue el 13 de octubre de 1962, con un colmado en el barrio Baracoa y el 31 de diciembre de ese año fue el cierre del ejercicio fiscal de la compañía que fundó con su esposa Camelia Rodríguez de Ureña y, desde entonces, no ha dejado de cumplir con el pago de los impuestos “contrario a lo que hacen algunos pudientes, que evaden esa responsabilidad, lo que mi familia nunca ha compartido”.
Desde hace 45 años, la familia cimentada por Arsenio Ureña, completada por cinco hijos (cuatro varones y una hembra) ha podido desarrollar varias empresas, suficientes como para tener una empleomanía de más de mil servidores. Cuenta que una vez puso en marcha un plan de dotar de casas a los empleados y tuvo problemas, hasta el extremo que lo tildaron de comunista.
Don Manuel Arsenio Ureña, presidente de la empresa que lleva su nombre y de entidad comercial “Camelia Agroindustrial”, también se ha destacado como líder empresarial, siendo miembro fundador de la Asociación de Mayoristas en Provisiones de Santiago (AMAPROSAN), de la Asociación de Comerciantes e Industriales de Santiago (ACIS), del Plan Sierra y del consejo de directores de la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santiago (CORAASAN).