Ahora que entró en vigencia el edicto presidencial, por el cual se regula el horario máximo de funcionamiento de los centros de diversión, surgen las quejas de los propietarios de esos establecimientos comerciales. Y todo porque la disposición no sólo entró en vigencia pocas horas después de haber sido determinada, en la maratónica jornada de trabajo del Consejo de Gobierno Ampliado del lunes pasado, sino porque evidentemente a ese sector comercial no se le consultó para tomar la decisión de marras.
Desde que las autoridades pusieron en práctica el cierre de los negocios a las 12 de la noche, de domingo a jueves y a las dos de la mañana viernes y sábado, comenzaron las quejas y protestas de los afectados.
No hay dudas que el consumo de alcohol tiene una apreciable incidencia en la ola de violencia que afecta prácticamente todo el territorio nacional lo que, sumado a la delincuencia rampante, peligrosamente está convirtiendo el país en tierra de nadie.
Como una demostración de que una cosa está entrelazada con la otra, basta recordar que recientemente una autoridad judicial de la provincia Santo Domingo dio a conocer la estadística en su zona, que revela que allí se registran 60 casos de violencia, relacionados con gentes borrachas, por cada 100 mil habitantes.
Esa cantidad es altamente significativa y un espejo fiel del concatenamiento que existe entre el consumo de alcohol y los hechos de violencia en esa demarcación distrital.
Aún así, entendemos que cerrar a las 12 de la noche en cinco días de la semana, en un país donde la gente se ha acostumbrado a salir a “fiestar” precisamente a esa hora, provocará serias pérdidas económicas a los propietarios de esos negocios.
Especialmente porque la medida presidencial se ha puesto en vigencia de golpe y porrazo, dejando perplejo a ese importante segmento de la economía nacional, que ya comienza a reaccionar criticándola.
En tal sentido, nos permitimos proponer a las autoridades que los centros de diversión cierren todos los días a las dos de la madrugada y que, cuando consideren que los clientes de esos negocios se hayan habituado, con el paso de los días, entonces se piense en volver al decreto original, vale decir, hasta las 12 de la noche de domingo a jueves y los viernes y sábado, hasta las dos.
De esta manera, se estaría trabajando para reducir la violencia y la delincuencia, pero sin perjudicar, de manera innecesaria, a tanta gente y establecimientos comerciales.