SANTIAGO.- La depresión se ha apoderado del padre de crianza de Gary Antonio Sánchez Pérez, quien escondió el arma con que supuestamente fue asesinada la joven Vanessa Ramírez Faña, el nueve de este mes. A la situación depresiva que afecta a José Antonio Brito, se le suma el hecho de que ahora sus amigos y vecinos lo tratan y lo miran de manera diferente a una semana atrás.
Hasta entonces, Brito era tenido como una persona de respeto en la vecindad del barrio Pekín, no sólo por su responsabilidad como dueño de una pequeña empresa prestadora de servicios de refrigeración, sino porque es un jurado enemigo de los delincuentes.
Tal es así, que José Antonio Brito ostenta el cargo de “policía comunitario”, que sólo se le otorga a las personas que, en los lugares donde residen, se desempeñan como enlaces entre el cuerpo de orden público y la comunidad, a fin de, entre otras cosas, frenar la violencia y la delincuencia.
Pero resulta que un hijastro suyo es buscado por las autoridades policiales y judiciales, para que explique porqué se prestó para guardar un revólver calibre 38, con el que se estima asesinaron a Vanessa la noche del viernes antes pasado.
Brito narró que se hizo responsable del Gary desde que era un niño y lo formó tanto en lo religioso, como en lo laboral y ético, hasta el extremo de que lo convirtió en su hombre de confianza en el pequeño negocio de refrigeración.
Para él, lo que está viviendo desde mediados de la semana pasada no es más que una pesadilla, que lo mantiene depresivo y con deseos de mudarse del vecindario “porque ahora todos me ven diferente, como si yo supiera con anticipación que Gary no era tan buena gente como aparentaba”.
Aunque Brito estimó que es la justicia la que tiene que definir el grado de responsabilidad de su hijastro, tiene la percepción de que algo tiene que ver con el crimen “porque él se ha desaparecido y, si fuera inocente, diera el frente y dijera a las autoridades todo lo que sabe del hecho”.
Brito aclaró que Gary no vivía con él, sino en una casita localizada en el patio de la vivienda de su propiedad y que fue allí donde las autoridades, en más de una ocasión, han realizado allanamientos, no en su residencia.
José Antonio Brito está empeñado en que el buscado joven de 25 años se entregue, incluso por vía suya, para que todo se defina “y, cuando esto suceda y resulta que es culpable, que se olvide de mí, que se haga de cuenta que no existo, que cuando lo liberen busque otro sitio donde vivir, porque a mi propiedad no regresa ni de visita”.
