NUEVA YORK.- Titubear un par de minutos es normal, hacerlo en todas las ocasiones requiere revisión. Este asunto de las dilaciones es una de las facetas que resulta más frustrante para un grupo de personas que esperan por un sujeto y más si son de la misma cofradía política.
Existen elementos de los cuales nadie puede confiar, sus discursos suelen ser contraproducentes y mal sanos. Las cosas son blancas o negras cuando de tomar un camino se trata. Ciertos políticos presentan un comportamiento neurótico que pueden inmovilizar o desenfrenar las masas, según sea la credibilidad que éste tenga dentro del círculo al que pertenece. Tácticas dilatorias y postergamientos son armas peligrosas en la actualidad. Ya que los grupos sociales son muy difíciles de engañar. Ellos saben cuando el político quiere evadir responsabilidades o jugar en dos aguas haciendo razonamiento esteriotipados que no llegan a nada, por que están metido hasta los tuétanos en otros asuntos.
Un hombre debe tener una sola palabra. Este debe trazarse una línea vertical en toda su vida, la cual es muy corta. La vida en si lo es, más la de un político es efímera. El político es el ciudadano más visible de una sociedad, quien piense lo contrario que nos refute. La falta de credibilidad de este elemento es más que total, por ello él debe exigirse a sí mismo seriedad en lo que expresa y realiza. Un político tradicional es lo más falso que se encuentra, nunca muestra su cara oculta. Ellos no pueden ser honestos ni con ellos mismos. Van hasta con la propia moral de hogar con que fueron creciendo por que ya aprendieron a vivir del conuco impropio. Son magos expertos del universo dando la palabra equivocada, sin recordar que para que un hombre sea tomado en cuenta dentro de una comunidad solo basta con su palabra y cómo la compromete.
La versión mas arriesgada de este asunto es que el susodicho no vacila en afirmar sus mentiras a sabiendas de que puede frenar una actividad o poner a una organización en peligro.
No obstante, si en estos momentos ustedes se sienten atribulados por tanta afirmación espere a lo que sigue: En el vertiginoso descenso de credibilidad de un político ( caída libre) está la falta de coordinación de lo que prometió ayer y lo que será mañana. En efecto lo preocupante de todo este embrollo no es solo su palabra…es que no tiene palabras y mucho menos sabe ser fiel a lo que dice. Como si esto no fuera suficiente bomba de relojería, lo peor del caso es que este señor no quiere que los demás piensen y mucho menos lo refuten. Antes de que ustedes amigo, tengan tiempo de recuperarse, le diremos que nuestro personaje habla haciendo alardes de sus conocimientos y la forma en que se compromete con hechos y fechas para decidir asuntos de interés; él se hace pasar por el más serio de todos los seres humanos. Sin lugar a dudas este elemento es una amenaza, solo sirve de brazo ejecutor para su propio provecho personal o sectorial.
Detengámonos aquí, pues la línea de razonamientos es amplia y más tarde será el hilo particular para avanzar por el laberinto indefinido donde se pasea esta carroña, instrumento de desgracia para cualquier institución social. Si a éste se le pudiese quitar la máscara para siempre, no habrá nadie quien quiera gastar una sola suela de su sandalia, para ir a oír las más monstruosas y envueltas mentiras.
Dada por valida esta historia solo nos resta decirles o advertirles al ejemplar de quien hablamos, que por favor cambie su actitud, que comprometerse hoy y olvidar mañana no da frutos y que los árboles mueren de pie y que empeñar la palabra es de hombre. El que tenga oído que oiga y al que le sirva el sobrero que se lo ponga también