La izquierda debe fijar una posición pública, directa frente al PLD. Basta de decir, “los tres que echaron a Pedro (a Pablo) dentro del pozo”, pasar a una posición política responsable que permita identificar el enemigo principal entre los Partidos nacionales, “con quién es la contradicción principal y cuál el aspecto principal de esta contradicción.” Pienso que el PLD se ha convertido en el principal adversario de los principios de soberanía, independencia y autodeterminación del pueblo dominicano; hecho que lo objetiviza como el enemigo principal.
Es el partido que entregó al capital extranjero las empresas públicas en las peores condiciones y perjuicio para el estado y pueblo dominicanos. Es el partido favorito del gran capital internacional, es el partido favorito de los grupos políticos conservadores y reaccionarios neotrujillistas, es el partido favorito del clero retrógrado, es el partido favorito del CONEP que se opone a la implementación del sistema de seguridad social, es el partido favorito del Consejo de inversión extranjera, de Adozona y de todas las asociaciones empresariales que niegan y reprimen el derecho de sindicalización obrera, que mantienen salarios de miseria y extraen en base a la ley de inversión extranjera las riquezas que genera el trabajo nacional.
El PLD es el partido que permite que todas las instituciones públicas estén supervisadas, controladas, dirigidas por “asesores” del FMI, del BID, del Banco Mundial que se involucran y deciden desde el número de empleados públicos hasta el tamaño del presupuesto nacional.
El PLD es el partido que siempre está dispuesto a solicitar intervención a la OEA, ONU y gobiernos extranjeros para dilucidar cualquier diferendo cuya resolución está contemplada como atributo de instituciones nacionales por la constitución y las leyes.
El PLD es el partido que permite y promueve que los embajadores de Estados Unidos, España, Inglaterra, Canadá e Italia participen en los asuntos nacionales como procónsules, opinando, contradiciendo, enmendando y criticando sin recibir las sanciones, llamados o rectificaciones que especifican el derecho internacional, la diplomacia y la constitución.
El PLD es el partido que con sus actuaciones en la actual campaña electoral ha decidido promover el clientelismo, el populismo y la corrupción de las agrupaciones y personas como norma moral de la política y vida ciudadana.
El Presidente Fernández ha llegado tan lejos en este espacio de entreguismo y desnacionalización que rara vez se le ha escuchado platicar de los padres de la patria, o de las luchas de la nación por consolidar su independencia, él simplemente, no habla de la historia nacional.
Los héroes del presidente Fernández son Bill Gates, Bill y Hillary Clinton y su sueño convertir Santo Domingo en un Nueva York Chiquito, jamás en un Santo Domingo Grande.
No se trata de una compulsa para llamar a votar por los adversarios del PLD, aunque sigo creyendo como Lenìn y Stalin, a propósito de los acuerdos de Brest-Litovsk y de los aliados contra el eje durante la 2da guerra mundial, que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo.”
No se puede seguir eludiendo la responsabilidad de reconocer que si bien los norteamericanos que invaden la República Dominicana por Barahona, están allí fundamentados en una imposición imperial, esa presencia tiene apoyos internos que lo determinan (las causas externas actúan a través de las causas internas), basta ver los asentimientos del vicepresidente Alburquerque, del Secretario de las Fuerzas Armadas y del presidente Fernández.
Con el nombramiento de Rafael Bonilla Aybar de embajador adscrito a la cancillería, el PLD ha demostrado ser un partido que traiciona incluso sus principios, la memoria de su fundador Juan Bosch, la historia, el progreso y el sacrificio de los dominicanos en los eventos de abril de 1965.
No hay algo que salve al PLD de ser considerado un partido antinacional, reaccionario y opuesto al progreso histórico del pueblo Dominicano. Las fuerzas revolucionarias tienen que decidir de qué lado están en esta lucha contra el atraso, la reacción política, la disolución de los valores morales y la identidad nacional.
Es necesario poner en orden las contradicciones y reconocer que el PLD es el partido de mayor peligro para el mantenimiento de la soberanía, la independencia y autodeterminación del pueblo Dominicano.
Si el PLD se consolida en el poder, la nación y su supervivencia estarían dando un salto al vacío.